domingo, 28 de febrero de 2010

“LA IMPRUDENCIA Y LO OBVIO”



“Se puede perder jugando bien; pero es muy difícil ganar, jugando mal”

César Luis Menotti.

“No es que nosotros hayamos sido los mejores; sino que los que vinieron después fueron peores”

Juan Domingo Perón.




Los futbolistas no suelen ser muchachos “muy versados”.
Los persigue el estigma del “gracia a vo y hata cuaquié mometo”, con el que intentan despedirse, de la forma más educada posible, antes de entregarse al vapor de las duchas.
Sin embargo; los futbolistas, a pesar de no pronunciar una “s” ni para decir “nasta”, poseen algo que la política y el periodismo político que le hace de “claque” carecen.
Es la prudencia.
Quizás el “paso a paso” de “Mostaza” Merlo haya sido su máxima expresión.
Es que, -por lo general-, el imprudente termina chocando con lo obvio; por más que siga insistiendo.
Faltando una fecha para terminar un campeonato, la obviedad le ordena a “Tití” Fernández, o a cualquier periodista, que le pregunte a cualquier jugador del equipo que va primero “si ya se sienten campeones”.
A lo que el futbolista, -respondiendo con las mismas “obvias” reglas de la obviedad-, responderá, indefectiblemente; “¡Aún nos faltan jugar noventa minutos!”.
En cambio, en la política y en el periodismo político, sucede todo lo contrario.
La prudencia suele ser un defecto.
Como en las Eliminatorias del Mundial de Francia 98, en 1997, al igual que José Luis Chilavert, en los ámbitos políticos, se promete, durante días, hacerle un gol de tiro libre a Burgos.
La diferencia está, nada más ni nada menos, en que el ex arquero de Vélez le hizo el gol de tiro libro a Burgos.
Pero, en la política (y en el “periodismo (de) Indepediente”) la pelota va a parar al cartel de Cinzano, y la culpa la tienen el juez de línea, el acomodador de la platea, el boletero y hasta el finado “Chuenga”, por no dejar de vender caramelos en el momento del tiro libre.
De la mala puntería del tirador; ni hablar.
El miércoles 24 de febrero, a través de los dos diarios de mayor tirada y de las radios de mayor audiencia, senadores opositores anunciaban ser “37”, contra “35” del oficialismo.
Con lo cual; la oposición se aseguraba “el control total” de uno de los Poderes de la Nación.
Pero, a “la hora de la verdad”, “en la cancha”, “donde se ven los pingos”, faltó uno.
Nada más, ni nada menos que Carlos Saúl Menem.
Es más. Nadie recuerda qué fue de la suerte del Senador Carlos Verna, quien prometía convertirse en “la estrella de la jornada”.
Sólo Eduardo Van Deer Kooy , ese miércoles, pareció darse cuenta de que algo de lo que pasó, podía pasar; pero, parece, nadie lo leyó.
Ahora bien; si Carlos Menem era tan malo y “maquiavélico” antes de la votación en el Senado; ¿cómo es posible que los que se consideraban “los buenos” lo contaran como “uno propio”?
Como eternos adolescentes, siempre terminamos discutiendo de lo mismo.
Cuando es “Borocotó” el que se pasó de bando; se “borocotizó”.
Cuando fue Felipe Solá; no.
Cuando Cobos traicionó al Radicalismo; “lo compraron”.
Cuando traicionó al Kirchnerismo; “actuó a conciencia”.
O viceversa.
Cuando Cobos traicionó al Radicalismo; “supo privilegiar los intereses supremos de la nación”.
Cuando traicionó al Kircherismo; “¡saludos a Vandor!”
Parecido a aquel diálogo entre James Carter y Henry Kissinger, previo al triunfo de la Revolución Nicaragüense.
El dictador Anastasio Somoza le pedía al gobierno norteamericano una “ayuda militar”, a la que Carter se negaba.
El Secretario de Estado, Henry Kissinger, hacía las gestiones pertinentes para ayudar al dictador nicaragüense, en esos tiempos de la “guerra fría”.
-“¡Es un hijo de puta!” –argumentó el Presidente.
-“¡Pero es ‘nuestro hijo de puta´!” –retrucó el Secretario de Estado.
-“Es ‘nuestro hijo de puta´” –habrán dicho en Olivos, hace un par de años, refiriéndose a Cobos.
-“Es nuestro hijo de puta”, -habrán dicho Rubén Giustiniani, Norma Morandini, Luis Juez, Gerardo Morales, Ernesto Sanz, María Eugenia Estenssoro, y demás senadores, respecto a su colega Menem.
¿En qué quedamos?
¿Somos “los más buenos”, aunque tengamos a Menem en “nuestras filas”?
En un razonamiento “maquiavélico”; si.
Siempre y cuando “el hijo de puta” no se mande “una hijoeputéz”
¿Y qué se puede esperar de un hijo de puta, por más que la madre haya sido una santa?
¿Seguirá teniendo la culpa el chancho; o “quien le da de comer”?
Lo cierto es que hay partidos que se pierden porque “el otro” juega mejor; y hay partidos que se pierden porque uno es estúpido.
Si ésta es la estrategia parlamentaria; ¿qué nos espera para el último fin de semana de octubre de 2011?

Buenos Aires, 28 de febrero de 2010

jueves, 25 de febrero de 2010

"SIEMPRE QUE LLOVIÓ... ¿PARÓ?"


“Y hoy frente a su puerta
la evoco contenta,
percibo sus risas,
y escucho que a otros
les dice las mismas
mentiras que a mí”

Francisco García Jiménez y Anselmo Aieta; “Alma en pena”




¿Era necesario hacer tanta leña del árbol caído?
Dos mil personas sin luz, no siempre significan dos mil votos.
Por más que los piquetes en la oscuridad puedan significar unos cuantos puntos de raiting, que aportan quienes no están “a oscuras”. Lógico.
Puntos de raiting que encarecerán los segundos, los centímetros y los banners de publicidad de “Verano Buenos Aires” o “Consejos ante el golpe de calor”, que cuestan lo suyo.
A lo mejor; casi tanto como lo que costó el charter de Aerolíneas para el partido Uruguay-Argentina; pero todos los meses.
Igualito a la prédica del “Tío Bernardo”, cuando hacía hincapié en lo que le costaban los ferrocarriles al Estado Argentino, y en lo que le siguen costando; por más que la bronca la despierten los subsidios a las organizaciones de desocupados.
Mientras, seguimos dando vueltas entre “la paja en el ojo ajeno” y “la viga en el propio”.
Y así llegamos a la conclusión de que llovieron 420 milímetros en lo que va de febrero, por un llamado desde Olivos a Guillermo Moreno, Aníbal F., Hugo Moyano y Luis D´Elía, quienes se encargaron de hacer que la ciudad fuera “un caos”, como tanto le gusta titular al “gran diario de autoyuda”.
Justamente, donde se publicitan “Verano Buenos Aires” y los “Consejos ante el golpe de calor”.
Y si. “Con la ropa no se juega”, se decía antes.
La cosa es que lo que llovió; llovió; y lo que pasó; pasó, y uno no debería andar por la vida echándole la culpa de lo que le pasa a todos los demás.
Eso mismo hizo un anterior Jefe de Gobierno, días después de una tragedia; y ya sabemos cómo le fue.
Sobre todo, sabe cómo le fue al anterior el actual Jefe de Gobierno, que sus buenos “granitos de arena” apostó en la suerte de su antecesor.
El poeta italiano Cesare Pavese sabía decir que “a partir de cierta edad, uno ya es responsable hasta de la cara que tiene”.
En tiempos de liftings y botox, con más razón.
Sino; pregúntenle a Ricardo Fort.
Lo cierto es que no es de “señores grandes” andar llamando al papá o a la maestra, para acusar al compañerito de que le pegó o le robó el lápiz; como, tampoco, andar diciendo que la culpa la tuvo “el pastorcito mentiroso” del Servicio Meteorológico Nacional.
Igual que excusarse, echándole la culpa a los vecinos porque sacaron la basura a horario.
Horario que el mismo Gobierno de la Ciudad impuso, y que si el vecino no lo respeta es multado.
¿No parecen excusas de adolescentes por no estudiar antes de un examen?
Peor aún. Infantil es creer todo lo que se dice.
Los reyes son los padres, y a los niños no los trae la cigüeña.
Pero, el viernes último, el Servicio Meteorológico Nacional dio el alerta, y cuando se desató la tormenta, faltaban cuatro horas para que “los vecinos” estuvieran obligados a sacar la basura.
El resultado fue el mismo que el martes anterior: un caos que, esta vez, no provocaron ni una protesta de piqueteros, ni una movilización de camioneros.
Entonces, la culpa la tuvieron los habitantes de la Provincia de Buenos Aires (adonde va a parar la basura de los porteños), quienes “intencionalmente” hicieron que el agua se escurriera hacia el Arroyo Maldonado, y así se inundaron todas “las versiones del barrio de Palermo”.
No sabe el autor de estas líneas cómo se calificaban estas actitudes en otros lados; pero en su barrio se le decía “alcahuete” y botón”.
Basta mirar los afiches de la campaña “Limpio Buenos Aires”, para que uno se le pegue la melodía de la cumbia que dice “Vos tenés la marca de la gorra”.
¿No es mejor decir la verdad e intentar actuar en consecuencia?
Sabido es que el marketing no lo recomienda; pero, también, sabemos que “la mentira es petisa”, que tiene “patas cortas”.
Por lo tanto; “Va a estar bueno Buenos Aires”, siempre que no llueva.
O que “el pastorcito mentiroso” no se olvide de avisar que viene “el lobo feroz”.
O que a los bonaerenses no se les ocurra meternos el agua “debajo de la alfombra” de Palermo.
O que a los vecinos no se les ocurra sacar la basura a la hora que se les ordena.
Entonces; Buenos Aires será como una ciudad de Canadá; pero con las mismas condiciones de bienestar que una de Haití o de Guatemala y con impuestos de Suiza.

Buenos Aires, 24 de febrero de 2010

sábado, 20 de febrero de 2010

"HÁBLAME DE LA LLUVIA"


“Apurate José,
que ya está viniendo
la corriente otra vez,
y no sé por qué.
Esta vuelta las aguas
me dan más miedo.
Todo el bicherío lo está anunciando
como nunca fue
ayer, José.
Ya junté los críos y el atadito
en el terraplén”.

Teresa Parodi; “Apurate José”

“Buenos Aires tiene un río,
que lo acuna, que lo besa.
Si no fuera así, así;
ay, que gran tristeza”.

Eladia Blazquez; “Si Buenos Aires no fuera así”



“Las callecitas de Buenos Aires tienen ese qué se yo; ¿viste?”, escribió, hace más de cuarenta años, el poeta Horacio Ferrer.
En esos años, los “alertas meteorológicos” sólo les importaban a los vecinos de La Boca, Barracas, Avellaneda y a quienes vivían en los alrededores del Riachuelo; y sólo cuando soplaba “la sudestada”.
Los que vivíamos en otros barrios, nos dedicábamos a escuchar o cantar “Balada de otoño” de Serrat, o “Viento dile a la lluvia” de Los Gatos, o “¿Dónde va la gente cuando llueve?” de Pedro y Pablo.
Claro; también la mayoría de las calles eran empedradas y no estaban pavimentadas, y la tierra absorbía el agua que caía.
Hoy, todavía se pueden ver, en algunas callecitas de esos barrios del Sur de la ciudad, las veredas en desnivel, con las que se preveían las contingencias de las sudestadas.
Obras oportunas y bien realizadas en anteriores gestiones municipales; y “corriente del niño” y “Calentamiento global” mediante, las inundaciones abandonaron el Sur y se trasladaron al Centro y Norte de “la Reina del Plata”.
¿Por qué hace cuarenta años no se inundaban Almagro, Belgrano, Palermo, Caballito o Flores, y ahora sí?
¿Qué está pasando que, -según los últimos cuatro censos(1970-1980-1991-2001)-, los habitantes de la ciudad de Buenos Aires no superamos los tres millones, y tenemos cada vez más problemas?
“El pensamiento perezoso” le echará las culpas a los inmigrantes; pero éstos suelen afincarse en los barrios del Sur, que ya no se inundan cuando hay sudestada.
Evidentemente, algo está pasando.
Después de unas lluvias como las de esta semana, y de unas inundaciones como las ocurridas; ¿se puede esperar que no se corte la corriente eléctrica?
¿Se puede pretender “seguir la vida como si nada hubiera ocurrido”, media hora después de semejante cataclismo?
En Europa y en Estados Unidos, también se producen apagones.
Cuando ocurre un apagón en New York, Londres o Berlín, se teme que sea producto de un atentado terrorista.
Cuando sucede un apagón en Almagro, Palermo, Caballito o Belgrano, inevitablemente, se produce un “cacerolazo”.
Para “el pensamiento sudaca, umbilical y provinciano”, tienen la misma importancia un atentado de Al Qaeda que un cacerolazo en Acoyte y Rivadavia.
Esta bien. A nadie le gusta volver de trabajar y encontrarse la casa inundada y sin luz; pero uno no es el único.
Paciencia. Ya nos llegará un terremoto, como a Haití, y tendremos que recurrir a la “Ayuda Internacional” para llenar el freezer o el micro-ondas.
Y, seguramente, norteamericanos y europeos se arrancarán los ojos para adoptar niños blancos, acostumbrados al aire acondicionado, educados con Internet, televisión por cable y “play-station”, y entrenados para el hockey, el rugby y el tenis, y para nada “exóticos”.
Entonces, sí podremos decir que “estamos salvados”.
Como cuando con una cosecha nos salvábamos todos.

Buenos Aires, 20 de febrero de 2010

sábado, 13 de febrero de 2010

"UCRONÍAS"















“UCRONÍA: I. Cult.: Reconstrucción lógica, aplicada a la historia, dando por supuestos acontecimientos no sucedidos, pero que habrían podido suceder”.

Diccionario de la Real Academia Española.


Cuando Eva Perón agonizaba, alguien escribió “¡Viva el cáncer!” sobre una pared vecina a la residencia presidencial, que entonces se encontraba en el Barrio Norte.
Es raro que, hasta el momento de escribirse estas líneas, nadie haya dicho o escrito un “¡Viva la obstrucción de la carótida!”.
Seguramente, por la dificultad ortográfica y fonética de la frase y no por la rectitud cívica de quien se debe haber sentido tentado a expresarla.
Apenas, la crispación “decente, bienpensante y apolítica” alcanzó para poner el énfasis en la negativa de la familia presidencial a que Néstor Kirchner reciba la extremaunción; y a la no elección del Hospital Argerich para la intervención quirúrgica a la que fue sometido el ex presidente.
Con respecto a lo primero; que uno sepa, nadie tiene ninguna obligación legal, moral o política de aceptar la unción de los enfermos.
Tampoco “¡No, gracias!” parecería ser una consigna setentista.
Después de todo; menos mal que al rabino Bergman no se le ocurrió ir a practicarle la circuncisión al ex presidente.
En cuanto a la no utilización del Sector Presidencial del Hospital Argerich, se insiste en que esto fue así para que “los porotos” no se los llevara el gobierno de Macri.
Nadie confirmó o desmintió que esto haya sido así; pero así es el “periodismo político de ficción”, tan amante de las ucronías.
¿Qué se hubiera dicho si Néstor Kirchner se hacía atender en el Sector Presidencial del Hospital Argerich?
Se habría puesto el grito en el cielo de que dicho sector sólo puede ser usado por la Presidenta y no por su esposo.
“No hay pedazo que les venga bien”; ya lo dijo el “Coco” Basile.
Es que para quienes tienen “el deber de informar”, el Presidente sigue siendo Néstor; aunque ya no es “el chirolita de Duhalde”
En realidad, -como decía Tomás Eloy Martínez-, “la información cuesta trabajo”.
Y si uno se tomara el trabajo de informarse, y no se dejara llevar por las “fantasías interesadas”, que a “centro-diestra” y “centro-siniestra” (el gobierno incluido) se alimentan cotidianamente, no seguiría creyendo que “a los niños los trae la cigüeña”.
Sucede que el Sector Presidencial del Hospital Argerich no está disponible las 24 horas del día, los 365 días del año.
¿Por qué?
Porque ese sector es utilizado, cotidianamente, para la atención de pacientes con patologías que requieren de ciertos cuidados especiales.
Como con el cuento de Gastón, “el tío francés” de la propaganda de Termidor, o el de la mujer que sufrió un ataque de epilepsia en plena sesión de sexo oral.
Todos tenemos un cuñado, que es vecino de un tipo, que es amigo de otro, cuya prima tenía un novio que trabaja en el Argerich.
Claro que, cuando la realidad no supera a la ficción, se hace imprescindible recurrir “al cuentito del lobo feroz”, de “la madrastra”, del “cuco” y de “el hombre de la bolsa”.
Como decían los Les Luthiers: “¡Señora!; ¿y si el hombre de la bolsa tampoco quiere tomar la sopa?”.
Como muestra, vayan los recientes dichos de “el violento” Luis D´Elía.
Primero, dijo que “el abuelo de Kirchner era usurero”.
“¡Chocolate por la noticia!” para los que leyeron, o vieron, o escucharon hablar de “La Patagonia Rebelde”.
Para los lectores de autoayuda, es toda una revelación, como para un niño de seis años enterarse que los reyes son los padres.
Mejor no enterarse de lo que hicieron otros abuelos.
El de Federico Pinedo, por ejemplo.
Después, D´Elía se despachó con la advertencia de que miles de piqueteros saldrían a la calle.
Con tal de hacerle mal a este gobierno, hasta es posible creer o hacer creer que el líder de la Federación Tierra y Vivienda es “delgado, rubio y de ojos celestes”.
Lo cierto es que “el odiador de la puta oligarquía” parece iniciar “el camino de la redención”, que ya recorrieron otras “bestias negras del kirchnerismo”, hoy “blancas palomitas republicanas”, como Alberto Fernández o Luis Juez.
Por lo tanto; es de esperar que, dentro de poco, los hoy demonizados Guillermo Moreno, Julio De Vido o “Aníbal F.” sean recibidos en las vidriadas mesas de los más prestigiosos programas de cable, impartiendo clases de “Educación Ciudadana”, sin que nadie les recuerde su “pasado-presente” y viceversa.
Pero eso todavía no ocurrió.
Sin embargo…
“¡Loquevieneloquevieneloqueviene!”, decía Marcelo Araujo, cuando era “bueno”, o cuando era “malo”, según quién lo cuente, y según cómo le haya ido en la feria.
¿Alguien se imagina lo que puede ser un domingo nublado, sin fútbol, y con “lo que viene” en el gobierno?
La pregunta no es original. La hizo un veterano dirigente, hace más de diez años, a finales del “menemismo”.
La respuesta a la pregunta ya la sabemos.
Si es que nos acordamos, claro.
Porque de “lo que viene” es preferible no hablar.


Buenos Aires, 13 de febrero de 2010

lunes, 8 de febrero de 2010

LA HISTORIA; ¿ME ABSOLVERÁ?





“La vida es algo contado por un idiota, lleno de sonido y de furia”

William Shakespeare


En la selección semanal de artículos de The New York Times que publica, este sábado, “el gran diario de autoayuda”, el columnista Richard W. Stevenson se pregunta; “¿es posible abrazar la complejidad en una cultura política y mediática que exige temas simples y promueve el conflicto?”.
Más adelante, afirma que el personaje objeto de su ensayo “ha perdido el control de su narrativa política, de su capacidad de definir la historia de su presidencia en sus propios términos (…) El principal motivo de ello es que su historia ya no es tan simple ni tan fácil de contar (…) La falta de esa narrativa invita a los oponentes a crear un relato menos halagador”.
Stevenson no se refiere a la Argentina, ni al anterior, ni al actual gobierno.
Habla de Estados Unidos y de la gestión de Barack Obama.
Pero, sus señalamientos bien podrían aplicarse a este pobre país del “Coño Sur”.
Con la salvedad que en EEUU, -como bien escribe Stevenson-, “la fragmentación de los medios (…) significa que cualquier presidente tiene mucho menos poder para conformar su propia narrativa”.
Claro que, en la Argentina, los medios no están “fragmentados”; sino que “concentrados” en unas pocas manos.
Es decir; esas pocas manos son las que escriben esa “narrativa”, el relato de los días que vivimos.
Cierta vez, un conocidísimo psicoanalista e historiador, hablando sobre las ventajas que posee quien escribe “La Historia”, sobre quien la protagoniza, le dijo al autor de estas líneas: “Y si.. Quien escribe la historia puede cambiar hasta el resultado de una batalla”.
Por lo tanto; el problema que tienen Obama, Cristina y tantos presidentes de tantos países (menos Berlusconi y las “verdaderas dictaduras”, señora Legrand) es el poder construir su propia narrativa, escribir su relato, contar su propio cuento sobre la historia que intentan o pretenden protagonizar.
En sus tiempos, Arturo Illia era “la tortuga”. Luego fue “el viejito que salió de la Presidencia más pobre de lo que había entrado”.
Años después, algo parecido le sucedió a Raúl Alfonsín, durante los últimos meses de su presidencia, cuando la hiperinflación se comía al país como una termita. Hoy, es “El Padre de la Democracia”.
Distinto (o parecido) sucedió con quien lo sucedió en la Presidencia. De ser “el piola”, “el que nos devolvió la estabilidad”, “el que nos hizo entrar al Primer Mundo”; pasó a ser el de la venta de armas a Ecuador y Croacia, el que destruyó la industria nacional, el que mal vendió “las joyas de la abuela”, el de “las relaciones carnales con EEUU”, “el cuco” y “el hombre de la bolsa”.
Ayer nomás, Obama era el cambio y la esperanza. Hoy, -según el artículo de Stevenson-, “representa la desilusión y la continuidad”.
También, hoy, Michelle Bachelet y Lula poseen un 70 y 80% de imagen positiva. Quizás, la histeria lo justifique, ya que ninguno de los dos pueden ser reelectos.
Una historia o un relato necesitan de un requisito indispensable; la credibilidad.
No importa si o que cuentan es verdad. Con que sea creíble; alcanza.
Claro que si la narrativa oficial dice “¡Si! ¡Compré dos millones de dólares!”, quienes construyen “el relato menos halagador” gritan “¡papita pa´l loro!” y “¡pelito pa´la vieja!”.
Está bien. Comprar dólares es legal. Pero en días en que nadie fue preso por el accidente del avión de LAPA, y “la hiena” Barrios se fue a su casa, la legalidad de un acto calma menos que un placebo.
Hace veinticinco años, la entonces concejal Adelina D´Alessio de Viola, cometía el fallido de decir “¡queremos que lo legal y lo inmoral sean lo mismo!”.
Es de suponer que la mayoría queremos que suceda al revés de lo proclamado por la luego electa diputada.
Este gobierno, como el anterior, no han sabido construir “una narrativa propia”. Dicha tarea quedó en manos de los “Minguito Tinguitela”.
Pero si “el Presidente consorte” confiesa lo que “La Voz del Rioba” proclama, las cosas buenas, -por muy verídicas que sean-, pierden credibilidad; ese requisito indispensable para contar una historia.
No sólo se les seguirá dejando a los otros que cuenten el cuento como quieran; sino que, también, se les estará “regalando” la razón.

Buenos Aires, 7 de febrero de 2010

lunes, 1 de febrero de 2010

VERANO DE 2010

No hay caso. Uno no puede tomarse unas copas de más en la última semana del año.
Tampoco irse de vacaciones o pretender desenchufarse de “los medios de crispación masiva”.
Está bien que en los canales que difunden noticias las veinticuatro horas trabaja mucha gente, y que con algo hay que “llenar”; pero… “¡Algo de paz!”, como cantaba el siempre joven Raúl Porchetto.
Basta que, el efecto de las burbujas se disipe y de la playa no queden ni los alfajores, para que “la única verdad” se encargue de recordarnos que es como el Vicepresidente, que no se toma vacaciones, y que, como “Tienda Los gallegos”, “tiene de todo”.
Al terminar el año, a uno no le quedó más remedio que irse a dormir con un manfloro como Ricardo Fort, y terminó despertándose al lado de un tal Martín Pérez(Redrado, por parte de madre), quién, con el calor que hace en este “Coño sur”, se empeña en disfrazarse “a lo Frank Nitti”.
Y, en medio de la confusión de semejante despertar, uno no puede evitar preguntarse si este muchacho no es el mismo que le hizo un desplante parecido a “un tal Domingo Felipe Cavallo”, allá por mediados de los noventa.
No importa. Debe ser la resaca o la insolación; o que todos nacimos ayer.
Para colmo, parecía ser “la bolilla que faltaba” para la fórmula de “la nueva Alianza”; pero, como decía Minguito, le levantaron “el manolito”, y ahora todo parece conducir a la clásica frase policial “nosotros no podemos hacer nada”.
Es que, ahora, los amores de verano son como antes eran los de estudiante: “hoy un juramento, mañana una traición; amores de estudiante, flores de un día son”; más allá de las diferencias que existen entre Miranda y Gardel.
La cosa es que después de tanto “Ruido, ruido, ruido”, como canta Sabina, uno termina convenciéndose que veranos eran los de antes.
El intento de copamiento del cuartel de Monte Chingolo, el ensayo de Golpe del olvidado Brigadier Capellini, tres de las cuatro sublevaciones carapintadas, lo de “La Tablada”, el “primer corralito” de Erman González, los hechos de diciembre de 2001 y la tragedia de Cromagnón ocurrieron en veranos o, al menos, en épocas en que la canícula aplicaba su rigor.
Claro que, con semejantes antecedentes, siempre es preferible un verano como éste; ¿no?
Por más parecidos que haya entre los protagonistas de otros veranos y de éste.
Y, cansados de las imágenes del terremoto de Haití o de los turistas varados cerca de Machu-Pichu, huérfanos de noticias como estamos, a la Presidenta no se le ocurrió mejor idea que decir que la carne de cerdo es buena para la actividad sexual.
Así como cuando los canales de noticias difundieron que las sucursales bancarias de la capital se quedaban sin protección policial, hubo cantidad de atracos a cajeros automáticos (digamos que “el periodismo (de) independiente” se encargó de difundir la información que “los cacos” necesitaban); lo único que se logró, en este caso, no fue un incremento de venta de profilácticos o de test de embarazos; sino un aumento en el precio de la bondiola, de la costillita y de la butifarra.
Pensar que a nadie se le ocurrió recordar que hace un año atrás, con la aparición de la fiebre de la gripe porcina, el que compraba un pechito de cerdo “era un holandés”.
Lo que no cambia es que la culpa no la tiene el chancho; sino quién le da de comer, por más que el tamaño no importe.
Aunque siempre sería bueno recordar la frase del Martín Fierro: “cada lechón en su teta es el modo de mamar”.
Aunque “mamar”, hoy, es un verbo prohibido, después de la sanción que la FIFA le aplicó a Maradona.
¿Todavía no se prohibió decir “Fifa”?
No importa. Sigamos mamando, como dijo “el Diego”, “cada cual en su teta”, como escribía José Hernández, comamos marrano, si el calor nos lo permite; que se viene “el fin del mundo”, en el 2012, y entonces no habrá comisión bicameral que valga.

Buenos Aires, 31 de enero de 2010