miércoles, 25 de febrero de 2009

"LOS UNOS Y LOS OTROS"(2da Parte)

“Tomo
Para no enamorarme.
Me enamoro
Para no tomar”

Bersuit Bergarabat, “Tomo”


Así como un gobierno está para gobernar y, por lo tanto; piensa, cree y dice que todo marcha magníficamente bien o, por lo menos, mejor que hace un tiempo; la oposición tiene por objeto señalar que todo marcha terriblemente mal, y hasta peor que cuando creíamos que estábamos, realmente, mal.
Uno sobreactúa sus éxitos, y la otra sobreactúa los fracasos ajenos. Para eso están. Si hicieran lo contrario, estarían trabajando de lo contrario, más allá de las reales o fingidas convicciones ideológicas de cada uno.
Del mismo modo en que, en la Democracia, se dan estas tensiones, en el ámbito político; en otros terrenos, se producen lógicas tensiones, muy similares, producto de la natural confrontación de intereses contrapuestos. Por ejemplo; entre trabajadores y empresarios.
Los trabajadores están representados en sindicatos, cuyo objeto es el defender o alcanzar el bienestar de sus representados, entendiendo por éste a la cuestión salarial, las condiciones laborales y los derechos sociales, consagrados en la Constitución Nacional y en las legislaciones laborales vigentes. Esto, teniendo en cuenta, que el único capital que posee un asalariado es lo que recibe a cambio de su capacidad o su fuerza de trabajo; es decir; su salario.
En las dictaduras militares, la actividad sindical era una de las primeras acciones que se prohibían. Es decir; nadie podía reclamar aumentos de sueldos o mejores condiciones laborales, ni defender sus derechos sociales, a riesgo de convertirse en un desocupado y ser privado de su libertad o de su vida.
En las épocas de vacas gordas, los sindicatos se movilizan para obtener mejoras; es decir; mayor poder adquisitivo, mejores condiciones laborales y la ampliación de los derechos sociales. En las épocas de vacas flacas, éstos se activan para defender lo conquistado.
De ahí que, en períodos de crecimiento, se incrementen los reclamos por aumentos de salarios; y en momentos adversos para los trabajadores, se haga hincapié en la defensa de los puestos de trabajo.
Del otro lado del mostrador, están los empresarios, quienes están representados por cámaras, que son a éstos lo que los sindicatos son a los trabajadores, y cuyo objeto es el defender e incrementar la rentabilidad de sus empresas. Es decir; ganar más y pagar lo menos posible.
Un empresario se maneja por la ley de la oferta y la demanda. Cuanto más se demanda un producto o un servicio, mayor es su precio de mercado y, por lo tanto; mayor es la rentabilidad del empresario.
En épocas de dictaduras militares, la actividad gremial empresaria nunca estuvo prohibida; sino todo lo contrario. Es decir; nadie podía reclamar por sus derechos laborales, como dijimos antes; pero sí los empresarios podían hacer lo que quisieran con sus empresas, incluidos sus trabajadores.
En las épocas de vacas gordas, es común que los empresarios reclamen subsidios, exenciones impositivas y créditos blandos, a fin de incrementar su producción o la eficiencia de sus servicios, ante la creciente demanda. O sea; piden aire para crecer, en defensa de su rentabilidad, sin arriesgar su ganancia.
En las épocas de vacas flacas, es común que los empresarios olviden las ventajas obtenidas en la época de vacas gordas, y exijan “un esfuerzo conjunto”. Es decir; reclaman un sacrificio, también en defensa de su rentabilidad.
“Privatización de las ganancias y socialización de las pérdidas”, diría el obvio de Perogrullo.
Muchas particularidades han quedado afuera de este intento de reflexión, y cada cual le agregará los condimentos y aderezos que mejor satisfagan a su paladar. Pero, igual, es oportuno hacernos algunas preguntas tan elementales como lo expuesto en este intento.
¿Por qué cuando un sindicato consigue un aumento de salarios importante, los medios de comunicación lo presentan como una frustración colectiva? ¿Por qué un empleado bancario, mercantil, gastronómico, estatal o de prensa pone el grito en el cielo debido a un aumento de las expensas, a causa del incremento salarial del encargado del edificio? ¿Acaso aquel no tuvo su aumento de salario, simultáneamente? ¿Por qué los sindicatos tienen tanta “mala prensa”? ¿Cómo se eligen los dirigentes de las cámaras empresariales? ¿Acaso no son trabajadores la mayoría de la Población Económicamente Activa? ¿No son los sindicatos los que negocian y consiguen las mejoras salariales? ¿Acaso es éste un país de empresarios, sin trabajadores?
Continuará…

Buenos Aires, 25 de febrero de 2009

viernes, 20 de febrero de 2009

"LOS UNOS Y LOS OTROS"(1ra parte)

“¡Ey, cabrón!
Where are you from?
Somos distintos
Por eso te matamos”

La Mancha de Rolando, “Somos distintos”



La oposición está para oponerse. Ese es su trabajo. Por eso, para los opositores, todo lo que haga un gobierno tiene que estar mal, aunque esté bien; o aunque eso sea lo que haría el opositor si fuera gobierno.
Hubo una época en que, ante una crisis, los opositores sabían hacer causa común con el gobierno; por ejemplo; en la “Semana Santa” del 87. Pero eso duró hasta el “Pacto de Olivos”, en el 93.
Antes de eso, los opositores golpeaban las puertas de los cuarteles para que los paternales militares hicieran el trabajo sucio de silenciar a la voluntad popular, que les era esquiva.
Hoy, ante una crisis, los opositores echan leña al fuego, y cuanta más leña se pueda hacer del árbol caído, mejor. Ya no tienen(y hasta hacen de cuenta que nunca tuvieron) ninguna causa común con el gobierno. Por suerte, ya no golpean las puertas de los cuarteles; pero si le alcahuetean a otros padres, tutores o encargados para que reten al gobierno.
Pedirle propuestas serias a un opositor sería tan ridículo como pedirle a un gobierno que se critique y diga públicamente que todo lo que está haciendo lo está haciendo mal y a propósito. Por eso hay un mapa de la inseguridad o se hace un bombo bárbaro con el asunto de las boletas electorales. Son iniciativas que, en concreto, no sirven para nada. Sirven, nada más, para convencer a la gente que todo está pésimo, por culpa de los malos que están en el gobierno. Para eso unos trabajan de opositores. Sino, trabajarían de gobierno, y dirían todo lo contrario.
Un gobierno está para gobernar. Para eso, la voluntad popular lo puso donde está, y no eligió a los que hoy son opositores para que gobiernen cuatro años. Gobernar es hacer cosas, buenas o malas, bien hechas o mal hechas. Por eso, un gobierno siempre dice que lo que hace es buenísimo, y que lo hace mejor que cualquier otro.
Un gobierno puede hacer una cosa buena bien, y salirle mal. La oposición, más que oponerse, no puede hacer más.
Es ridículo pedirle a un gobierno que se critique, porque para eso está la oposición. Porque un gobierno siempre está obligado a ver el vaso medio lleno, y la oposición a ver el vaso medio vacío.
Un gobierno puede hacer bien cosas buenas, como también las puede hacer mal. Y, también puede hacer bien cosas malas, o hacerlas mal. Para eso, los ciudadanos tenemos, cada cuatro años, la posibilidad de evaluar qué cosas buenas y qué cosas malas se hicieron, y cómo se hicieron; y si el balance es negativo; elegiremos a otro para que haga mejores o peores cosas, mejor o peor que el anterior. O elegiremos al mismo, para que siga haciendo maravillas o desastres, según nos va en la feria.
Y no tendría que ser ninguna tragedia para nadie que una cosa o la otra suceda.
A lo sumo; si el gobierno gana, la oposición dirá que hubo fraude. Pero si la oposición es la que triunfa, el gobierno se tendrá que llamar a silencio. A lo sumo dirá que “Ha triunfado la Democracia”.
La sospecha de fraude, siempre existe cuando gana un gobierno. ¿Por qué será que solo cuando gana la oposición, “triunfa la Democracia”?
Continuará…

Buenos Aires, 20 de febrero de 2009

viernes, 6 de febrero de 2009

"MOROCHOS Y MOROCHOS"

“Supe que lo sencillo no es lo necio,
que no hay que confundir valor y precio”

Joan Manuel Serrat; “Soneto a mamá”


Evo Morales no es noticia cuando gana una elección, aunque lo haga por más del 60% de los votos. En cambio, sus opositores(tan parecidos a los opositores de este lado de La Quiaca) tienen toda la prensa(local e internacional) para decir que hubo un empate(¿?) o, luego, que hubo fraude.
¿No le suena a lo que dijo “la Guillermo Patricio Kelly del 2000”, cuando perdió las elecciones presidenciales, en octubre de 2007?
Esto pasa, seguramente, porque Morales es el primer presidente indígena de Bolivia; y aunque ganara por el 90%, tendría más prensa la cercanía de su color de piel con Hugo Chávez, la “chumpa” que hizo famosa, o alguna forzada similitud con Ceaucescu. A nadie se le ocurrirá recordar que, desde 1985, el único que llegó a ganar una elección presidencial con más del 30%, en ese país, fue el ex dictador Hugo Banzer, en 1998.
Es que “lo importante” no es “lo que importa”, y nadie es quién para decirle a un medio de comunicación qué es lo importante, ni qué es lo que importa. Ni siquiera un presidente(o presidenta) democráticamente elegido.
Pero, así como Morales es el primer presidente indígena de Bolivia, y de América Latina; Barack Obama es el primer presidente negro de los Estados Unidos. Claro que una cosa es ser un morocho en el gran país del norte, y otra es ser un morocho por estos lares. Allá, hasta puede ser presidente, como dice el “american dream“. Acá; “hay que matarlos a todos”, como repite cualquier imbécil.
Sino; veamos. Cuando asume uno; “es un día histórico para la humanidad”. Cuando el otro gana una elección por más del 60% de los votos; “está en juego la gobernabilidad”.
Algo parecido, pero al revés, sucede con los racistas y xenófobos. Una cosa es ser un skinhead en Alemania o en Austria; y otra cosa muy distinta es serlo en el barrio de Belgrano o en Santa Cruz de la Sierra. Allá, uno de estos especímenes vernáculos no sería otra cosa que un inmigrante más, como los turcos, marroquíes, rumanos o dominicanos con los que se divierten a cadenazos los especímenes de allá, cuando se pasan de cerveza. En cambio, aquí, cualquier bisnieto de inmigrantes con la cabeza rapada y un par de borceguíes se cree el último bastión de la superioridad racial, persiguiendo “perucas”, “bolitas”, “yoruguas”, “paraguas”, “rusos” y “chinos”, cebado por los titulares de Crónica y el monólogo del taxista.
También pasa lo mismo con la contaminación en Entre Ríos. Contaminación es la de la pastera Botnia(que no cabe duda que es y que será); no la del glisfosato con la que se fumigan los campos de soja y las localidades aledañas. En todo caso, cuando el desastre sea irreversible, se dirán que son “daños colaterales”, tan cínicamente justificables como los de cualquier bombardeo a una población civil.
Algo parecido ocurrió esta semana con la agresión al diputado Agustín Rossi y sus acompañantes, en la localidad santafesina de Laguna Paiva. A regañadientes, la “sociedad decente, bienpensante y apolítica” no tuvo más remedio que condenar el hecho o, infantilmente, buscar justificaciones. Eso si; nadie utilizó la palabra “Patoteros” para calificar a los agresores, ni se habló de “grupos de choque“, ni de “gente pagada“. Ni siquiera lo hicieron “periodistas que fueron jóvenes promesas de izquierda en los noventa y ahora son destacadas realidades de la derecha”, como escribió un destacado periodista y escritor, al que el autor de estas líneas está sacando de contexto.
Tanto hacer mención a la globalización y a la revolución científico-tecnológica, para terminar leyendo, escuchando, pensando y hablando como si estuviéramos en los tiempos de la colonia, o en la época de las patotas “nazionalistas” de Rivaneira Carlés, que salían a perseguir a los abuelos de los que hoy escriben y hablan, como escriben y hablan.

Buenos Aires, 6 de febrero de 2009