El viejo Perogrullo diría
que tuvimos una semana enredada y movidita; en la que la sangre,
afortunadamente, no llegó al río.
Porque ya es sabido lo que
pasa con el río revuelto y, encima, sin la Prefectura Naval Argentina poniéndole
coto a la ansiedad y la voracidad de los “pescadores” (por no llamarles
“depredadores”).
Por suerte, el carro siguió
andando y los melones se fueron acomodando solitos.
El gobierno no tuvo más
remedio que reconocer la macana que se mandó, al aplicar un intríngulis
judicial “a la que te criaste”, o “a la catalana”, como diría un amigo del
autor de estas líneas.
Desmadejar el matete que
deja la “señora de ojos vendados” sobre la situación salarial de las fuerzas de
seguridad, de ahora en adelante, no será tarea para “bartoleros”; sino para
cirujanos.
No para “Schiavis”; sino
para “Messis”.
No para guitarreros de
festival; sino para “Al Dimeolas”.
En el medio, uno llega a la
conclusión que ciertos “cucos” no son tan temibles. Pero, tampoco, tan
inocentes.
Porque hasta es creíble
pensar que “los zumbos” de la Gendarmería y la Prefectura no sean “golpistas”.
O que los verdaderos
“golpistas” aparecieron enseguida, y se les metieron adentro. Para pescar
alguna mojarrita, algún bagre o un patí, en “el río revuelto”.
Y, como en todo hundimiento,
fueron los primeros en rajar, igualito que las ratas.
Por más esmero que hayan
puesto en “aclarar lo oscurecido”.
Por ellos mismos.
Y no se trata de exagerar; y
no hace falta dar nombres, ni ejemplos puntuales.
Porque si uno se encuentra
con fuerzas de seguridad rompiendo la verticalidad y la disciplina, y al mismo
borde de la ilegalidad.
Ya sea en Ecuador, en
Bolivia, en Brasil o en Argentina.
Sumado a convocatorias
“variopintas”, que llamaron a otras fuerzas a hacer lo mismo.
Con el ingrediente de un
cabo que, a los cuatro vientos, le imponía un plazo de dos horas a un gobierno
democrático.
¿Sería el “Cabo Primero
Anastasio López”, Ministro de Educación y Cultura de la “República de
Feudalia”, el de la pieza de Les Luthiers?
Todo bien servido con la
guarnición de movileros y editorialistas (sin distinción de roles
profesionales) emparentando el conflicto con el cacerolazo del 13 de
septiembre.
Con todo esto; no es
descabellado ni paranoico desempolvar la antigua consigna de “¡comprá fideos!”.
Para no entrar en la
infantil abstracción de un animal que tiene cuatro patas, ladra y mueve la
cola.
Y, para colmo, no es un
perro, como dicen por ahí.
Por ahí; no es un
Rottwailler.
Por ahí; es un chiuahua.
Pero es un perro, mi estimado
Edgardo Alfano.
Que ladra; y cómo.
Y no es cuestión de andar
queriendo comprobar si, además, muerde o, encima, come carne humana.
Lo cierto es que, como con
las brujas, nadie dice creer en “los golpistas”.
Pero, que los hay; los hay.
De modo que no está de más
prender alguna vela, echar mano a alguna ramita de ruda y tener en la cocina
alguna ristra de ajo, por las dudas.
Ya que por más que la mona
(o “la gorila”) se vista de seda…
Ya sabemos cómo queda.
“Y con la ropa no se juega”;
-diría el finado “turquito” del barrio que, entonces, no sabía ni le importaba
si era de Clase Media o no.
Buenos Aires, 7 de octubre
de 2012
0 comentarios:
Publicar un comentario
Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]
<< Inicio