jueves, 25 de febrero de 2010

"SIEMPRE QUE LLOVIÓ... ¿PARÓ?"


“Y hoy frente a su puerta
la evoco contenta,
percibo sus risas,
y escucho que a otros
les dice las mismas
mentiras que a mí”

Francisco García Jiménez y Anselmo Aieta; “Alma en pena”




¿Era necesario hacer tanta leña del árbol caído?
Dos mil personas sin luz, no siempre significan dos mil votos.
Por más que los piquetes en la oscuridad puedan significar unos cuantos puntos de raiting, que aportan quienes no están “a oscuras”. Lógico.
Puntos de raiting que encarecerán los segundos, los centímetros y los banners de publicidad de “Verano Buenos Aires” o “Consejos ante el golpe de calor”, que cuestan lo suyo.
A lo mejor; casi tanto como lo que costó el charter de Aerolíneas para el partido Uruguay-Argentina; pero todos los meses.
Igualito a la prédica del “Tío Bernardo”, cuando hacía hincapié en lo que le costaban los ferrocarriles al Estado Argentino, y en lo que le siguen costando; por más que la bronca la despierten los subsidios a las organizaciones de desocupados.
Mientras, seguimos dando vueltas entre “la paja en el ojo ajeno” y “la viga en el propio”.
Y así llegamos a la conclusión de que llovieron 420 milímetros en lo que va de febrero, por un llamado desde Olivos a Guillermo Moreno, Aníbal F., Hugo Moyano y Luis D´Elía, quienes se encargaron de hacer que la ciudad fuera “un caos”, como tanto le gusta titular al “gran diario de autoyuda”.
Justamente, donde se publicitan “Verano Buenos Aires” y los “Consejos ante el golpe de calor”.
Y si. “Con la ropa no se juega”, se decía antes.
La cosa es que lo que llovió; llovió; y lo que pasó; pasó, y uno no debería andar por la vida echándole la culpa de lo que le pasa a todos los demás.
Eso mismo hizo un anterior Jefe de Gobierno, días después de una tragedia; y ya sabemos cómo le fue.
Sobre todo, sabe cómo le fue al anterior el actual Jefe de Gobierno, que sus buenos “granitos de arena” apostó en la suerte de su antecesor.
El poeta italiano Cesare Pavese sabía decir que “a partir de cierta edad, uno ya es responsable hasta de la cara que tiene”.
En tiempos de liftings y botox, con más razón.
Sino; pregúntenle a Ricardo Fort.
Lo cierto es que no es de “señores grandes” andar llamando al papá o a la maestra, para acusar al compañerito de que le pegó o le robó el lápiz; como, tampoco, andar diciendo que la culpa la tuvo “el pastorcito mentiroso” del Servicio Meteorológico Nacional.
Igual que excusarse, echándole la culpa a los vecinos porque sacaron la basura a horario.
Horario que el mismo Gobierno de la Ciudad impuso, y que si el vecino no lo respeta es multado.
¿No parecen excusas de adolescentes por no estudiar antes de un examen?
Peor aún. Infantil es creer todo lo que se dice.
Los reyes son los padres, y a los niños no los trae la cigüeña.
Pero, el viernes último, el Servicio Meteorológico Nacional dio el alerta, y cuando se desató la tormenta, faltaban cuatro horas para que “los vecinos” estuvieran obligados a sacar la basura.
El resultado fue el mismo que el martes anterior: un caos que, esta vez, no provocaron ni una protesta de piqueteros, ni una movilización de camioneros.
Entonces, la culpa la tuvieron los habitantes de la Provincia de Buenos Aires (adonde va a parar la basura de los porteños), quienes “intencionalmente” hicieron que el agua se escurriera hacia el Arroyo Maldonado, y así se inundaron todas “las versiones del barrio de Palermo”.
No sabe el autor de estas líneas cómo se calificaban estas actitudes en otros lados; pero en su barrio se le decía “alcahuete” y botón”.
Basta mirar los afiches de la campaña “Limpio Buenos Aires”, para que uno se le pegue la melodía de la cumbia que dice “Vos tenés la marca de la gorra”.
¿No es mejor decir la verdad e intentar actuar en consecuencia?
Sabido es que el marketing no lo recomienda; pero, también, sabemos que “la mentira es petisa”, que tiene “patas cortas”.
Por lo tanto; “Va a estar bueno Buenos Aires”, siempre que no llueva.
O que “el pastorcito mentiroso” no se olvide de avisar que viene “el lobo feroz”.
O que a los bonaerenses no se les ocurra meternos el agua “debajo de la alfombra” de Palermo.
O que a los vecinos no se les ocurra sacar la basura a la hora que se les ordena.
Entonces; Buenos Aires será como una ciudad de Canadá; pero con las mismas condiciones de bienestar que una de Haití o de Guatemala y con impuestos de Suiza.

Buenos Aires, 24 de febrero de 2010

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