sábado, 26 de julio de 2008

"TE AMO, TE ODIO, DAME MÁS"

“¡Ah! Come de mí
come de mi carne..
¡Ah! Entre caníbales”

Soda Stereo, “Entre caníbales”


La veleta mediática no puede con su genio. La realidad no es una; y su narración no sólo depende de cómo “a cada cuál le fue en la feria”; sino que, también, deriva de para qué lado sopla el viento.
Ahora, resulta que Alberto Fernández es “bueno”, o “una pobre víctima” del maltrato de los Kirchner.
Hasta el martes pasado, la cabeza del ex jefe de gabinete era una de las más pedidas, por la jauría del “periodismo (de) independiente”, casi tanto o más que la de Guillermo Moreno.
Se lo llamó “el vértice del triángulo del poder”, funcionario “superpoderoso”, y hasta lo acusaron de “mentiroso”, cuando fracasó el último intento de un diálogo con los representantes de “el campo”.
Pero bastó su renuncia para que “sonara el Clarín”, y para que “el Perfil de la Crítica a La Nación” le perdonara la vida, y lo convirtiera en uno de sus mártires predilectos
Es que cualquiera que le diga “no”, o “chau”, o “hasta luego”, o “después vemos” a este gobierno, automáticamente, la “opinión publicada” le extiende un certificado de buena conducta, y le hace desaparecer su archivo o su prontuario, como lo hizo “Telenoche Investiga” con Adolfo Rodríguez Saa, a fines de 2001.
Hasta Luis D´Elía podría convertirse, si quisiera, en “un encanto”, si se le ocurriera pelearse con el gobierno.
Es que jugar de “opositor” da tanto raiting, con tan poco, como “el baile del caño”. Da “chapa de distinguido”, aunque uno no sepa tomar los cubiertos. Da chapa de “republicano”, aunque uno grite “que se vaya”, o pida un fusilamiento masivo en la Plaza de Mayo. Da chapa de “idealista perseguido”, aunque el único ideal a perseguir sea el que los cortes de ruta o la estatización de Aerolíneas Argentinas no nos estropeen las vacaciones de invierno.
“El hombre hizo a Dios a su imagen y semejanza(...), y a su imagen y semejanza creó al demonio”, supo escribir un filósofo. Del mismo modo, los medios de comunicación interpretan la realidad de acuerdo a sus intereses y deseos, exhibiendo sus santos, mártires y demonios.
Por eso no hay ninguna inocencia cuando se confunden “editoriales” y “especulaciones” con “noticias”. Es decir; posturas y deseos con hechos que, todavía, no han ocurrido. “Gato por liebre”, dirían en mi barrio. Mientras tanto, Moreno sigue allí.
Es que si el “patotero” y “polémico” Secretario de Comercio Interior no existiera, habría que inventarlo; de la misma manera que “los lobos de ayer” terminan convirtiéndose en “los corderos de hoy”.
De ahí que el, -hasta hace pocos días-, “pollerudo” Cobos, se haya transformado en un “valiente estadista”, candidato al Premio Nobel de la Paz.
Por suerte, esta semana, Alfredo De Ángeli no abrió la boca. Fuentes confiables aseguran que está celoso del toro “Cleto”.

Buenos Aires, 26 de Julio de 2008

viernes, 18 de julio de 2008

BARAJAR Y DAR DE NUEVO

“¿No sería más progresista preguntarse dónde vamos a seguir, en lugar de ver dónde vamos a ir a parar?”

Joaquín Lavado, “Quino”


Al final, los “cuatro de copas” cantaron “envido” con treinta y tres. No hay nada qu hacer. Jugarla de víctima no sólo es rentable; sino que también es eficaz.
Lo cierto es que poroteo más, poroteo menos; hoy todos teníamos en claro que la cosa se definía “a penales”, aunque estaba cantado que el resultado iba a ser otro, y al Vicepresidente le tocó patear la pelota a afuera, y se convirtió en la estrella que dice no haber querido ser.
La acomodó en el punto del penal, se desató los botines y se los volvió a atar, se bajó las medias y se las volvió a subir, le protestó al árbitro que el arquero se adelantaba cuando no lo hacía, les pidió disculpas a ambos, se rascó un testículo, se sacó la camiseta afuera y se la volvió a meter adentro del pantalón, se frotó un párpado, besó la pelota, la volvió a colocar, se rascó el otro testículo, miró al banco de suplentes, se frotó el otro párpado, miró al arquero rival, miró a la tribuna propia y a la otra. Buscó ganar o perder tiempo. Esperaba que algo lo eximiera de tener que “ser protagonista del juicio de la historia”, justo él que se conformaba con ser el actor de reparto de una obra medianamente exitosa.
Por eso tomó una carrera de casi quinientos metros(el campo de juego tiene 110). Esperaba que en el camino cayera algo del cielo; un piano, una caja fuerte, como en los dibujitos animados; que bajara un helicóptero, por muchos malos recuerdos que eso le trajera y le recordara su origen.
Pero nada de eso pasó. Nunca pensó que iba a llegar frente al balón, y llegó; cansado, pero llegó. Cuarenta millones de almas contuvieron el aliento en la madrugada. Cerró los ojos, le dio al esférico un puntinazo fuerte e innecesario, y lo mandó por arriba del travesaño, de la tribuna y del cartel de Coca-Cola, hasta la terraza de una casa vecina.
Inmediatamente, le pidió disculpas y comprensión a la vecina que había despertado, al estrellar la pelota en la persiana del dormitorio.
Y así resultaron cosas inimaginables, a las nueve de la noche del miércoles, mientras los vecinos de Callao y Santa Fe cumplían su ritual cacerolero y los ministros se daban una vueltita por las carpas, para esperar “la hora del festejo”.
Resultó, por ejemplo, que ahora sí hay división de poderes en la Argentina, y el Congreso Nacional no es más una “escribanía” del Poder Ejecutivo, y lo bueno es que ya nadie lo quiere disolver, como se amenazaba en días previos.
Resulta que, ahora, Menem y Rodríguez Saa son “buenos”, lo mismo que Luis Barrionuevo. Ya no parecen peronistas. Hasta Castells dejó de ser un payaso. Lástima Ramón Saadi, que como votó a favor de las retenciones seguirá siendo un corrupto. De lo contrario; hasta lo de María Soledad le hubiéramos perdonado.
Lo bueno es que ahora todos nos enteramos qué había sido de la vida todos estos “ex”, que alguna vez supimos votar y hoy olvidamos con vergüenza; aunque los rescatemos acusándolos de “oportunistas”.
También, resulta que, ahora, los legisladores “trabajan” y no son más “los vagos a los que les pagamos el sueldo para que calienten las bancas”. También parece que el gobierno dejó de ser hegemónico y autoritario, ya que no pudo sacar una ley cuya aprobación estaba asegurada. Ya no se habla más de “nepotismo”, y Ceaucescu sigue siendo un ex presidente de Rumania; “las tierras del Conde Drácula”, como exaltó hace unos años un ex presidente argentino que ahora es senador, y que votó igual que el Vicepresidente.
Quedan un par de tonterías por preguntarnos. Por ejemplo; si la U.C.R. ¿volverá a admitir en sus filas al Vicepresidente al que expulsaron cuando aceptó su candidatura?; y si a Julio César Cleto Cobos; ¿le habrá enseñado a legislar Alfredo De Ángeli, como anunciaba semanas atrás?
Mientras tanto, el gobierno deberá “poner las barbas(o las extensiones, el botox y las carteras “Louis Vuitton”) en remojo”, “barajar y dar de nuevo”, y elegir mejor sus alianzas y sus aliados. Deberá cuidar más los procedimientos y ser menos exigente en “el derecho de admisión y permanencia”.
Aprender de los errores no debilita. Al contrario; fortalece.
Posiblemente, “un mal menor”(por ejemplo; permitir una modificación del despacho aprobado por Diputados), podría haber evitado este “mal mayor”, y hasta el repentino estrellato de Cobos.
Pero lo hecho, hecho está, y es inútil llorar sobre la leche derramada. Más cuando la leche se derramó en las rutas.
En adelante; queda diseñar nuevas estrategias manteniendo ciertas banderas en alto;y buscar la manera más efectiva de que éstas sigan flameando, y no se pierda de vista el norte proclamado. Que “el que más gane, más pague”; la justa redistribución de la riqueza, la defensa de “la mesa de los argentinos”, y el anteponer al “clima destituyente” “más democracia”, no son estandartes de arrear fácilmente, por una Ley que no pudo salir por un simple procedimiento parlamentario, o por un error de cálculo.
También el gobierno se encontró, cara a cara, con un apoyo masivo que el “periodismo dependiente” se encargó de ningunear en las pantallas; como se encontró con un rechazo que los mismos emisores se encargaron de sobreactuar.
No dilapidar ese capital ni minimizar estas amenazas es parte de la tarea pendiente, de aquí en adelante.
También es preciso no subestimar a la oposición, por más que a Rodríguez Saa, a Macri y a Carrió “no les de el piné”, y pequen del mismo oportunismo con el que se acusan por lo bajo. Ya sabemos que la derecha existe, que puede ser esquizofrénicamente cruel y que no tiene ningún complejo en transgredir las mismas cuestiones “de estilo”, que señala en “los otros”.
Por algo Jorge Luis Borges se definía como “conservador” y fue el autor de la famosa frase “no nos une el amor; sino el espanto”.
Habrá que gobernar, legislar y consensuar con nuevos y viejos aliados. Habrá que convencer a “los que están cerca”, y evaluar la eficacia concreta de la defensa que ejercen ciertos adalides, cuyos favores cuesta identificar concretamente.
Muchos, concientes o no, desean un bicentenario idéntico al primer centenario, con Estado de Sitio, represión, Ley de Residencia y opulencia clasista.
También muchos, concientes por múltiples motivos, deseamos un bicentenario distinto.
Queda mucho trabajo por delante. Tanto en cantidad como en calidad. No falta ni gente ni capacidad.
Queda claro que la Argentina no termina en la General Paz, y que no vive sólo de la soja. También que los conceptos de Nación y de Patria no se agotan en la Pampa Húmeda. También queda claro que la Argentina no es como aquel “pago chico”, que se supo gobernar.

Buenos Aires, 18 de julio de 2008

domingo, 6 de julio de 2008

"SOBRE LAS REGLAS DEL JUEGO"

“A partir de cierta edad, uno es responsable hasta de la cara que tiene”

Césare Pavese, citado por Manuel Vázquez Montalbán en “Asesinato en el Comité Central”, Editorial Planeta, Barcelona, España, 1981.


En el fútbol no se puede tocar la pelota con la mano, excepto el arquero, y sólo dentro del área, o cualquier jugador que esté por hacer un saque lateral. El resto del juego debe desarrollarse con los pies o con la cabeza. Así ha sido desde hace más de cien años, y todos hemos tenido que aceptar o festejar resultados, de acuerdo a esas reglas. Lo mismo nos ha pasado con el tenis, con el boxeo, con el automovilismo, con el rugby, con el ajedrez, con las bochas, y hasta con el ludo, el TEG o “el estanciero”.
Las reglas de un juego no garantizan el triunfo de nadie. Éste, por lo general, depende de la destreza, la inteligencia, la técnica, la habilidad, la fuerza o la suerte de quienes disputan ese juego. Incluso, a veces, quien es más inteligente, hábil, fuerte y diestro no triunfa. Pero todos, ganadores y perdedores, en mayor o menor medida, sabemos aceptar los resultados.
Por lo general, quienes pierden suelen discutir ciertas instancias del juego que pueden haber gravitado en el resultado final; pero a nadie se le ocurriría discutir las reglas de “la escondida” porque le toca contar, ni las de “la mancha” porque le toca ser ídem.
¿Por qué en la sociedad argentina no ocurre lo mismo? ¿Por qué ciertos sectores sociales, económicos y políticos(aunque nieguen ser cualquiera de las tres cosas) ponen en discusión las reglas del juego democrático, cuando el desarrollo de éste no los perfila como ganadores absolutos o “naturales”?
La Cámara de Diputados es el reflejo más representativo de la voluntad popular. En ella están representadas las mayorías y las minorías, con sus pesos, sus estrategias y sus matices. De ahí que sus decisiones son el inicio de una ley, tan discutible o acatable como la “del offside”. Quienes la integran, -nos gusten o no-, son el producto de la voluntad de popular. No son otra cosa que los representantes “que supimos conseguir”.
En casi veinticinco años de ejercicio democrático ininterrumpido, el Congreso Nacional ha dictado leyes discutibles y resistidas. Valgan como ejemplo las de Punto Final y Obediencia Debida, las de flexibilización laboral, o las que permitieron las privatizaciones de los recursos energéticos y los servicios, durante los años noventa. Todas ellas tuvieron sus resistencias y sus oposiciones; pero, en ningún caso, su discusión, su debate o su sanción, tuvieron como consecuencia el colapso o la puesta en duda de las reglas del juego democrático.
En todos los casos expuestos, los damnificados directos o indirectos(la gran mayoría del país), no tuvieron más remedio que aceptar un resultado desfavorable, aún a costa de sufrimientos, angustias y vidas.
A pesar de los daños ocasionados, a nadie se le ocurrió poner en duda, públicamente, el sistema democrático o las facultades de sus poderes, como en estos días, en los que más están ganando con la coyuntura económica mundial, no sólo ponen en jaque la economía nacional; sino, también, la institucionalidad de la república, si el resultado de una votación parlamentaria, no satisface sus ansias de ganar más y más.
¿Tan difícil es aceptar las reglas de un juego(¿juego?) que nos incumbe a todos?
Cada dos años, hubo elecciones y todos los ciudadanos adultos de este país hemos elegido u optado. Es decir; hemos tomado “decisiones de personas mayores”. Habremos acertado en algunos casos, o nos habremos equivocado, también, en algunos casos, o siempre. Dos años después, tuvimos y seguimos teniendo la oportunidad de corregir el rumbo o de tomar otra decisión.
Hay muy pocas ocasiones en la vida en las que podamos rever o cambiar el rumbo de nuestras decisiones.
Es decir; no podemos echarle la culpa a nadie por lo que hemos decidido en un cuarto oscuro en el que nadie nos observaba. Para lamentarnos está la iglesia, que en cada pueblo o barrio hay una.
Hace ocho meses, todos los argentinos adultos votamos a la mitad del parlamento que hoy debate la ley sobre las retenciones móviles. Dentro de un año y medio, tendremos la oportunidad de tomar la decisión por sobre la otra mitad, la que elegimos hace tres años.
Quizás, nos toque ser “mancha” o “contar”; o escondernos en el lugar más cómodo, para asomar el pescuezo y jugar el papel de víctima, que es el que mejor nos sale.
Lástima que San Martín y Belgrano, en esto, nos dirían de todo, menos bonito.


Buenos Aires, 4 de julio de 2008