"LA IMAGEN NO ES NADA; LA SED ES TODO"
“Es que la gola se va
y la fama es puro cuento”
Humberto Correa, “Mi vieja viola”
“El medio es el mensaje”
Marshall McLuhan
Así como hay pantallas y pantallas, hay tapas y tapas. Y, también, hay sepelios y sepelios, como hay éticas y éticas.
Por ejemplo; el lunes 12 de enero, “el gran diario argentino de autoayuda” publicó en su tapa, en forma destacada, la noticia del sepelio de los seis jóvenes que murieron en un accidente, en la localidad bonaerense de General Lamadrid, al que asistieron 2.000 personas.
¿Por qué tal hecho merecería la importancia de estar en la tapa del diario “más vendido” del país? ¿Por la desgracia de los seis jóvenes que murieron y la magnitud del accidente; o por lo multitudinario del sepelio? ¿Cuál era “la noticia”? ¿La tragedia del accidente; o la convocatoria fúnebre posterior?
En cambio, el mismo día, ni en el interior del mismo matutino, se hacía mención(mucho menos se informaba) sobre la muerte de seis personas, -en este caso niños de entre 4 y 11 años-, que murieron en un incendio en un improvisado inquilinato en el abandonado edificio del ex Banco de Italia, en el barrio de La Boca.
¿Por qué una desgracia si, y la otra no? ¿Qué hace que “un hecho” se convierta en “noticia”? ¿Su magnitud, sus consecuencias posteriores, su vinculación o no con los intereses económicos de quien lo difunde, la situación socioeconómica de las víctimas; o “el raiting” de condolencias posteriores al hecho? ¿Qué hace que una desgracia merezca compartir la tapa de un matutino con los bombardeos en la Franja de Gaza, con la novela del arquero de Boca Juniors, con la falta de monedas, con la lipotimia de la presidenta y con la pelada de Tinelli; y otra desgracia merezca el más absoluto anonimato?
Desde el mismo día en que se publicó la noticia en ciernes, y hasta el momento en que se escriben estas líneas, no se ha dejado de editorializar, opinar y juzgar sobre la “no aparición” del “Vicepresidente de la oposición” en la jornada inaugural del Festival de Doma y Folklore de Jesús María, en la provincia de Córdoba.
Más allá de alguna torpeza “pública”, tan propia de un “barrionuevismo” o un “Sofovichismo” de otras épocas, sería oportuno continuar haciéndonos algunas preguntas.
¿Por qué fue Julio César Cleto Cobos a la jornada inaugural de dicho festival? ¿Porque es un fanático de las destrezas gauchescas y un amante de la música folklórica; o para aparecer gratis en una pantalla? ¿Qué obligación(moral, ética, política) tenía Canal 7 de difundir el rostro de un dirigente opositor haciendo campaña, disfrazado de vicepresidente? ¿Qué derecho tiene “el gran diario argentino de autoayuda” de publicar en su tapa una tragedia y “ningunear” la otra? ¿Por qué un medio tiene “la obligación” de difundir una imagen, y el otro tiene “el derecho” de elegir entre una tragedia y la otra? ¿Por qué Canal 7 no puede ejercer el mismo derecho que otros medios? ¿Por qué los otros medios no tienen las mismas obligaciones que se le exige al actual Canal 7?
El debate queda abierto.
Las palabras exponen, dejan al descubierto las ideas de quien las utiliza. También, dicen, que una imagen vale más que mil palabras. Cuando se tiene imagen, no se necesitan palabras. Lo que equivaldría a decir que si se tiene imagen, no se necesitan ideas. Pero, cuando no se tienen ideas, no se tienen palabras. Y si encima no se tiene imagen; no se tiene nada.
Seguramente, “por ahí cantaba Garay”; y no por un camarógrafo o un director de cámara que no lo enfocó a Cobos; así como un editor de Clarín hizo uso de su derecho para no publicar nada sobre el incendio en La Boca.
No solo el humor presidencial es importante para el canal público. También, para cualquier medio masivo la pauta publicitaria del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires es importante; y “con la ropa no se juega”, decía mi padre.
Buenos Aires, 16 de enero de 2009