sábado, 20 de febrero de 2010

"HÁBLAME DE LA LLUVIA"


“Apurate José,
que ya está viniendo
la corriente otra vez,
y no sé por qué.
Esta vuelta las aguas
me dan más miedo.
Todo el bicherío lo está anunciando
como nunca fue
ayer, José.
Ya junté los críos y el atadito
en el terraplén”.

Teresa Parodi; “Apurate José”

“Buenos Aires tiene un río,
que lo acuna, que lo besa.
Si no fuera así, así;
ay, que gran tristeza”.

Eladia Blazquez; “Si Buenos Aires no fuera así”



“Las callecitas de Buenos Aires tienen ese qué se yo; ¿viste?”, escribió, hace más de cuarenta años, el poeta Horacio Ferrer.
En esos años, los “alertas meteorológicos” sólo les importaban a los vecinos de La Boca, Barracas, Avellaneda y a quienes vivían en los alrededores del Riachuelo; y sólo cuando soplaba “la sudestada”.
Los que vivíamos en otros barrios, nos dedicábamos a escuchar o cantar “Balada de otoño” de Serrat, o “Viento dile a la lluvia” de Los Gatos, o “¿Dónde va la gente cuando llueve?” de Pedro y Pablo.
Claro; también la mayoría de las calles eran empedradas y no estaban pavimentadas, y la tierra absorbía el agua que caía.
Hoy, todavía se pueden ver, en algunas callecitas de esos barrios del Sur de la ciudad, las veredas en desnivel, con las que se preveían las contingencias de las sudestadas.
Obras oportunas y bien realizadas en anteriores gestiones municipales; y “corriente del niño” y “Calentamiento global” mediante, las inundaciones abandonaron el Sur y se trasladaron al Centro y Norte de “la Reina del Plata”.
¿Por qué hace cuarenta años no se inundaban Almagro, Belgrano, Palermo, Caballito o Flores, y ahora sí?
¿Qué está pasando que, -según los últimos cuatro censos(1970-1980-1991-2001)-, los habitantes de la ciudad de Buenos Aires no superamos los tres millones, y tenemos cada vez más problemas?
“El pensamiento perezoso” le echará las culpas a los inmigrantes; pero éstos suelen afincarse en los barrios del Sur, que ya no se inundan cuando hay sudestada.
Evidentemente, algo está pasando.
Después de unas lluvias como las de esta semana, y de unas inundaciones como las ocurridas; ¿se puede esperar que no se corte la corriente eléctrica?
¿Se puede pretender “seguir la vida como si nada hubiera ocurrido”, media hora después de semejante cataclismo?
En Europa y en Estados Unidos, también se producen apagones.
Cuando ocurre un apagón en New York, Londres o Berlín, se teme que sea producto de un atentado terrorista.
Cuando sucede un apagón en Almagro, Palermo, Caballito o Belgrano, inevitablemente, se produce un “cacerolazo”.
Para “el pensamiento sudaca, umbilical y provinciano”, tienen la misma importancia un atentado de Al Qaeda que un cacerolazo en Acoyte y Rivadavia.
Esta bien. A nadie le gusta volver de trabajar y encontrarse la casa inundada y sin luz; pero uno no es el único.
Paciencia. Ya nos llegará un terremoto, como a Haití, y tendremos que recurrir a la “Ayuda Internacional” para llenar el freezer o el micro-ondas.
Y, seguramente, norteamericanos y europeos se arrancarán los ojos para adoptar niños blancos, acostumbrados al aire acondicionado, educados con Internet, televisión por cable y “play-station”, y entrenados para el hockey, el rugby y el tenis, y para nada “exóticos”.
Entonces, sí podremos decir que “estamos salvados”.
Como cuando con una cosecha nos salvábamos todos.

Buenos Aires, 20 de febrero de 2010

1 comentarios:

A las 22 de febrero de 2010, 17:44 , Blogger El Tate ha dicho...

Y bueno, es así, lo grave es lo que nos sucede a cada unos.... Gracias a Dios tenemos a Mauricio Salvador que si bien no previenen ni hace obras (las que hace son para la gilada, te da un subsidio... je je je y va a estar lindo Buenos Aires, su snobismo lo llevó a querer tener su propia Venecia....
Que te puedo decir ... que les puedo decir 2ESPEREMOS OTRAS ELECCIONES Y VOTEMOSLO NUEVAMENTE" V !!!!!! y asi podremos afirmar orgullosos que estamos HACIENDO MIERDA Buenos Aires

 

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