miércoles, 10 de diciembre de 2008

VEINTICINCO DICIEMBRES, VOLVER A TENERLOS..

“Es decir, es una sociedad acostumbrada a que aquellos que no están de acuerdo pueden tirar tanto de la soga que ésta termina por romperse de una u otra manera”.

Aldo Ferrer, reportaje publicado en “Le monde diplomatique”, Edición Cono Sur, diciembre de 2008



Mientras se insulta cualquier iniciativa que provenga del gobierno, y se indulta, -sin “Punto Final”, ni “Obediencia Debida” de por medio-, a los evasores financieros(algunos de éstos; “impulsores” de la deuda externa), “la Democracia que supimos conseguir” cumple veinticinco pirulos.
Quién diría; ¿no? Si parece que fue ayer cuando le cambiábamos los pañales, entre el “juicio a las Juntas” y “la economía de guerra”.
Ya casi ni se le notan las facciones ni la torpeza en los movimientos de sus primeros pasos, en los días de las “Felices Pascuas“ y “La casa está en orden”. Por ahí, uno reconoce algo de su primer día de clase, cuando, -de un día para el otro, como suelen hacer los chicos-, cambió “la revolución productiva” y “el salariazo”, por “la convertibilidad” y “el voto cuota”; o cuando en aquel acto tan escolar, festejó su primera década firmando “el pacto de Olivos”.
Si bien hoy lo niega con todas las letras, era evidente que con la reelección de Menem estaba forjando su carácter; aunque hoy prefiera olvidarlo.
“Los quince” se festejaron como se pudo, con lo que había. Después del tequila, la Embajada de Israel, el “efecto caipirinha”, la voladura de la Amia y la crisis asiática, no había mucho para festejar; menos con lo de José Luis Cabezas y “la carpa blanca”.
La cosa se ponía fulera; pero “la nena” quería seguir creyendo que “un peso valía un dólar”, y así eligió a “un aburrido” que la única salida que encontró fue en helicóptero. Hasta que “a los dieciocho“, como si le tocara “la colimba”, se enteró que “los reyes magos” y “Papá Noel” son los padres, y al grito de “que se vayan todos”, tuvo cinco “tutores o encargados” en una semana. Incluso, uno de ellos, le doró la píldora diciéndole que “el que depositó dólares, recibirá dólares”.
Desde entonces, no le quedó más remedio que “hacerse señorita” y, “la apechuga” como puede, reconociendo que con ella sola “no se come, ni se cura ni se educa“, obligada a comprar las “joyas de la abuela” que malvendió en su momento, y tratando que los melones se vayan acomodando, mientras se hace andar el carro como podemos.
Hoy, ya está grandecita. Está por cumplir “los 25 diciembres”. Ya es casi “una señora”; aunque, ahora, dicen que la adolescencia dura hasta bien entrados los treinta y pico. Es decir; que hasta el 2020 no podemos esperar a verla “madurita” y “señorona”, como la veríamos si hiciéramos las cosas como, dicen, “se hace en los países en serio“. Claro que si nosotros nos comportáramos como se comportan en esas otras comarcas, es probable que nosotros nos veríamos como decimos que hay que verse; y no como feriantes protestones, buscando algún chivo expiatorio por el precio del morrón o del tomate.
Es decir que, hoy por hoy, los que la hacemos y “deshacemos“, no tenemos más remedio que soportar sus berrinches y caprichos adolescentes, que no son otra cosa que los nuestros; por más que le echemos la culpa a ella por la inseguridad, por la desigualdad, y hasta por los arbitrajes que le tocan a Boca Juniors. En una palabra, por cada una de nuestras frustraciones.
“A partir de cierta edad, uno es responsable hasta de la cara que tiene”, -dicen que escribió Cesare Pavese.
“¡Somos adultos! ¿¡Qué cosa, eh!? ¡Ya no tenemos papá y estamos maravillosamente desamparados ante el mundo!”, -decía el personaje que protagonizaba José Sacristán, en la película “Solos en la madrugada”.
Las chiquilinadas de la Democracia no son otra cosa que las nuestras, y las que nosotros nos permitimos, sin mirar alrededor, con la vista puesta en nuestros ombligos, que sólo sirven para juntar pelusa. Nada sobre el bien común y aquel preámbulo de la Constitución que recitaba Alfonsín.
Y, mientras Micky Vainilla y Alfredo De Ángelis juegan a ver quién se parece más el uno al otro, nos convencemos que “los muchachos de antes no usaban Facebook”.

Buenos Aires, 10 de diciembre de 2008.

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