martes, 21 de octubre de 2008

"MODELO PARA DESARMAR"

“De sobra sabes que eres la primera,
que no miento si juro que daría
por ti la vida entera,
por ti la vida entera.
Y, sin embargo, cada día,
ya ves,
te engañaría con cualquiera,
te cambiaría por cualquiera”

Joaquín Sabina, “Y sin embargo”


“Amargo
como el vino del exiliado,
como el domingo de un jubilado,
como una boda por lo civil.
Macabro
como el vientre de los misiles,
como un pájaro en un desfile,
así estoy yo sin ti.
Mucho más triste que un torero
al otro lado del telón de acero.
Así estoy yo...
Así estoy yo...
Así estoy yo
sin ti”

Joaquín Sabina, “Así estoy yo sin ti”


Mientras, en el resto del mundo, parecería que los melones se van acomodando, a medida que el carro parece ir andando, gracias un flor de empujoncito de billones de dólares y trillones de euros; Buenos Aires no parece estar tan bueno como se decía. Y la liebre saltó por donde el Estado no puede estar ausente, se piense como se piense, y se sea lo que se sea. Por la salud y la educación públicas, en el distrito de mayor producto per cápita del país.
Es que es difícil gobernar, deseando ser “otro gobierno”, por más marketing y power-point que se disponga. No ser lo que se es, deseando ser algo que aun no se es, es algo tan perverso e irresponsable como ser el novio de una señora, soñando con ser el novio de la hija. Uno puede terminar no satisfaciendo a ninguna de las dos, haciendo el ridículo y quedándose sin el pan y sin la torta.
El caso de Fernando De La Rúa puede ser de gran enseñanza a quien la ansiedad por ser lo que todavía no se es, no le permite ser lo que en verdad recién empieza a ser. Uno termina no terminando nada, valga la paradoja y la redundancia.
En 1973, De La Rúa era la joven promesa radical y fue electo senador por la ciudad de Buenos Aires, en medio de la “primavera camporista”. Salvo su posterior candidatura a la Vicepresidencia, acompañando en la derrota a Ricardo Balbín, no se le recuerda otra participación política. Tampoco se sabe dónde estaba el 24 de marzo de 1976.
En 1983, perdió la interna ante Raúl Alfonsín, y se conformó con repetir la candidatura a Senador, cargo que fue el único en el que cumplió totalmente su mandato. En 1989, fue por la reelección; pero un “chanchuyo permitido” por el Colegio Electoral, entre el Partido Justicialista y la Unión de Centro Democrático lo dejó fuera de del Senado. En 1991, fue electo diputado, cargo que ocupó sólo un año, ya que en 1992 volvió a ser electo senador, para estar allí hasta 1998. Pero, en 1996, ganó la primera elección a Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, con mandato hasta el 2000; pero, en 1999, fue electo Presidente de la Nación, donde debía estar hasta 2003; pero, a fines de 2001, ya sabemos lo que pasó.
Claro que Fernando De La Rúa siempre fue candidato por la Unión Cívica Radical, un partido político con su doctrina, su historia, sus afiliados, sus cuadros, sus gestiones y “sus curitas en cada parroquia”. Ello permitió que un hombre de “sus filas” pudiera ser candidato a todo, durante veintipico de años. Él era parte de un todo; no el todo parte de él.
Antes que Fernando De La Rúa, hubo otros; buenos, regulares o malos. Después de él, hubo mejores, iguales o peores.
Pero, en los últimos años, esa dinámica se revirtió. Los partidos con su doctrina, su historia, sus cuadros, sus gestiones y sus “curitas en cada parroquia” ya no buscan un candidato que represente todo aquello; sino que los candidatos son los que buscan o inventan un partido que los sostengan; y, así, los tiempos se aceleran y la ansiedad por el poder mismo impide que éstos puedan sostener la gestión para la que acaban de ser electos por la ciudadanía.
Quienes tienen ideas y se identifican con una historia, con sus aciertos y sus errores, son capaces de tener paciencia y comprensión. Los pragmáticos y los poderosos no.
Así; hoy, el Vicepresidente no ejerce de vicepresidente; y sin partido, sin doctrina, sin historia es, apenas, un candidato a “algo”, que él no se atreve a confesar a qué; como no se atreve a confesar a quién o a qué representa su “virtual candidatura”.
Así, Mauricio Macri no actúa como Jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires; sino como candidato a presidente en el 2011, y no puede dedicarse a hacer una gestión buena o mala, porque “lo importante” es lo que podría venir después; no lo que sucede hoy.
Ejemplo de esto es el conflicto docente de estos días. El Jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires salió, hace unas semanas, a sumarse al coro mediático-empresarial contra la inflación y el INDEC, no como tal; sino como candidato. Consecuencia de esto; los gremios docentes de la ciudad salieron a reclamarle aumentos de salarios, de acuerdo a sus declaraciones sobre la carestía de la vida; y el calavera no chilla, como se decía antes.
O se gestiona la ciudad, para la que uno fue electo; o se trabaja “de candidato”.
O se aseguran el 2009 y el 2011, o el partido sin doctrina, sin historia, sin gestiones y sin pasado se disuelve y se agrupa detrás de “otros pragmáticos con futuro”; y uno termina sin terminar nada, valga la paradoja o la redundancia; peor que De La Rúa, y más sólo que loco malo.

Buenos Aires, 21 de octubre de 2008

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