viernes, 16 de octubre de 2009

"CHUPATE ESA MANDARINA"














“Nunca es triste la verdad,
lo que no tiene es remedio”.

Joan Manuel Serrat, “Sinceramente tuyo”

A los célebres conceptos “la mano de Dios”, “se le escapó la tortuga”, “me cortaron las piernas” y “La pelota no se mancha”, ahora se agregó “¡Chupenla!”.
Menos mal que “la Ley de Medios K” se aprobó antes del partido con Uruguay. Si ésta hubiera ocurrido después, ya nos imaginamos lo que “el gran diario de autoayuda” o cualquier otro hubiera puesto en boca del “Presidente Consorte”, de Guillermo Moreno o de Luis D´Elía, en los días siguientes.
Claro que si lo mismo se lo hubiera dicho Alfredo De Ángeli a la Presidenta, no se habría hecho tanto escándalo.
Tampoco si lo dijera Elisa Carrió.
Es que, -según los pronósticos del “periodismo más (de) independiente”-, la votación en el Senado iba a terminar, a favor de la oposición, como el partido contra Perú o como contra Uruguay. Con un “voto no positivo”, en lugar de un gol sobre el final.
Sin embargo, el 44 a 24 fue muy parecido a la goleada recibida frente a Bolivia.
“Cada cual juega como es”, decía el finado Dante Panzeri.
Si usáramos esta frase como metáfora; ¿Cómo quién jugaría el seleccionado argentino? ¿Cómo el gobierno? ¿Cómo la oposición? ¿Cómo “la mesa de enlace”? ¿Cómo los grupos multimediáticos?
¿Quién sería el Bolatti del oficialismo? ¿La senadora correntina que cambió el voto?
¿Quién sería el Palermo de la oposición? ¿Cobos?
¿Quién sería el Heinze de los medios? ¿Elisa Carrió?
Sin duda, en la oposición, los puestos de Verón y Zanetti los ocupan Reutemann y Duhalde. Ya veteranos, siempre son convocados.
Lo cierto es que la Ley se aprobó y Argentina clasificó.
Pelito pa´la vieja.
Porque en política los votos son lo mismo que los goles en el fútbol: son amores y se gana con ellos.
Y en ambos casos, “los figurines no figuraron”. Tallaron “los forzosos”, haciendo goles con “los cordones” y con el último aliento.
Los De Narváez, los Estenssoro, los Iglesias, los Giúdici, sirven para la televisión. En el recinto, se disuelven como los Messi o los Agüero en la cancha, “donde se ven los pingos”.
Después, Maradona se mandó el exabrupto y “los Mingüito Tinguitella que te pueden levantar un manolito o hacerte un buraco así” salieron a exhibir su sensibilidad herida y su vergüenza colonizada(¡cómo nos hizo quedar a los argentinos!).
Pensar que, hasta hace poco, los mismos indignados lo llamaban “El 10”.
Pero lo que no se entiende es por qué tanta exasperación por un simple “¡Chupala!”; si hasta la goleada con Bolivia, los mismos ofendidos no hicieron otra cosa que “chupar las medias” del ahora “negro, gordo y drogadicto”.
Por suerte, en política como en fútbol, siempre hay un repechaje: el domingo no habrá que cambiar la hora.
“Duro revés para el gobierno”, tendría que decir un titular catástrofe.
“Triunfó la Democracia”, se titularía un editorial.
Aunque a usted “le chupe un huevo”.

Buenos Aires, 16 de octubre de 2009

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