martes, 8 de septiembre de 2009

MARADONA BLUES














“Y en esta quietud
que ronda a mi muerte siento
presagios de lo que vendrá”.

Luis Alberto Spinetta, “Post crucifixión”


“Antes de hablar, aclaremos nuestros diccionarios”, decía el poeta español Miguel Hernández.
Por eso, al empezar nomás, el que escribe estas líneas declara fervientemente que lo quiere a Diego Armando Maradona, como para que el lector sepa con lo que se va a encontrar.
Lo quiere bien; y lo va a seguir queriendo por más que Argentina no se clasifique al mundial de Sudáfrica.
Si. ¿Y qué?
Porque una cosa es el General Manuel Belgrano ordenando el éxodo del pueblo Jujeño, o el General San Martín emprendiendo el cruce de Los Andes, y algo muy distinto es “el Diego” con el buzo de DT, manejando a superestrellas que cuestan más que un municipio entero de la Pampa Húmeda sojera.
Claro; en la época de San Martín y Belgrano no había poderosos medios de comunicación audiovisuales, y las operaciones de prensa no pasaban más allá de lo que hoy conocemos como la Avenida Callao.
Imaginemos cómo hubieran titulado “el gran diario de autoayuda” o “el diario de la GCU”(Gente como uno), al día siguiente de la batalla de Curupaití o de la de Cancha Rayada. Ni hablar de los pronósticos de Macaya Márquez al ver a San Martín enfermo, en plena cordillera.
Seguramente, habrían hecho hincapié en el descubrimiento de que Belgrano era abogado y no militar, como ahora se dan cuenta que Maradona no hizo el curso de Director Técnico; o que San Martín había sido formado como militar por los mismo “godos” contra los que combatió, como ahora descubren que “el 10” no ganó nada como técnico.
¡Los Reyes son los padres!
¡Chocolate por la noticia!
Sin embargo, un año antes, el “operativo clamor” obligaba a obviar esos detalles que hoy saltan a los titulares.
Desde la renuncia de Daniel Passarela, luego de la eliminación de Argentina, en el Mundial de Francia, en 1998, que el nombre de Maradona se baraja, lo mismo que el de Carlos Bianchi o el de Oscar Ruggieri. Desde entonces, pasaron Bielsa, Pekerman y Basile. Ninguno servía para una mierda, según el clamor del país futbolístico, aunque ahora tenga que pagar 360 dólares para escuchar una conferencia del hermano del ex canciller.
El pasado 5 de septiembre, la selección argentina de fútbol, al mando de Maradona, perdió el invicto que mantenía como local en eliminatorias, desde hacía 16 años, desde el famoso 0-5 contra Colombia, que también fue un 5 de septiembre.
Habrá que jugarle al 5. No hay caso.
Aquel domingo a la tarde de 1993, si Argentina perdía por 0 a 2, seguía quedando puntero de su zona. Si era derrotado por Colombia por 3 a 0, perdía la punta; pero igual clasificaba al Mundial de Estados Unidos. Terminó rezando que Paraguay no le empatara a Perú, para poder jugar el repechaje con Australia.
Esa tarde, Maradona era un ex jugador, excedido de peso, que miraba el partido desde la platea, acompañado por “la Claudia” y abrigado con una campera de jean.
Luego, el “operativo clamor” ordenó que ese ex jugador gordo, borracho y drogadicto “se pusiera los cortos” y nos salvara de la vergüenza de no clasificar. Maradona bajó de peso, jugó unos pocos partidos en Newell´s Old Boys, se incorporó a la selección, jugó los dos partidos del repechaje contra Australia, y Argentina logró clasificarse al Mundial de Estados Unidos, con uno de los mejores planteles de su historia(Maradona, Cannigia, Simeone, Redondo, Batistuta, Balbo, etcétera).
Siete meses después, el control anti-doping le dio “positivo”, Maradona fue separado del plantel y Argentina quedó eliminada en cuartos de final.
Esa vez, el mismo “operativo clamor” ordenaba “Este negro de mierda; mirá cómo nos hace quedar”, “¿qué se puede esperar de un drogadicto como ese negro?”.
Hace menos de un año, Argentina perdía 1 a 0 contra Chile con vergüenza. El “operativo clamor” indicaba que Alfio Basile no tenía autoridad para darle indicaciones a Messi, que la selección era puro whisky y putas.
El “operativo clamor” le puso a Maradona el buzo de técnico, como le había puesto el uniforme de General al doctor Manuel Belgrano. Luego del 1-3 ante Brasil, se viene la “Crucifixión de Maradona”. Ahora, el “operativo clamor” descubre que Maradona nunca hizo el curso de Director Técnico, y que como tal no ganó nada, que no sabe nada de táctica, que no se anima a sacar a Messi, que Agüero juega porque es su yerno, y etcéteras y etcéteras.
Durante la Guerra de Malvinas, el “operativo clamor” advertía que “lo vamo a reventá”. Hoy, todo el país declara que nunca estuvo de acuerdo con aquella guerra.
En 1992, Carlos Menem declaró públicamente que si en la campaña electoral hubiera dicho lo que en verdad iba a hacer, no lo hubiera votado nadie. Tres años después, era reelecto. Hoy, todo el mundo dice haber votado al Partido Obrero.
Ahora, nadie lo quería a Maradona como Director Técnico de la Selección.
Ojalá se saque un buen resultado ante Paraguay, nos clasifiquemos al Mundial y salgamos campeones, como en el 86, cuando clasificamos con un gol de Gareca, hecho con la nuca, en el último minuto, ante Perú.
Y si así no pasa, igual lo voy a seguir queriendo “al Diego”. Por más “chivo expiatorio” que sea de los que, -como decía Minguito Tinguitela-, “te podemo levantá un manolito así de grande como te podemo hacé un buraco así”.
Es de esperar que, en el futuro, no haya Pellegrinis ni Sáenz Peñas que, así como le afanaron los dientes al cadáver de Belgrano, sean capaces de robarle “el comedor” al Diego.

Buenos Aires, 6 de septiembre de 2009

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