viernes, 19 de noviembre de 2010

TORTAZOS


“Si cuando lucís tu talle
con “ese coso” del brazo
no te rompo de un tortazo
por no pegarte en la calle”

Enrique Maroni y José Razzano; “Tortazos”



Si “los ricos también lloran”, una diputada bien puede “perder la chaveta”.
Por muy esposa de Luis Barrionuevo o hermana de Dante Caamaño que fuera, o por más que en “la Argentina nadie hace plata trabajando”, como dijo su esposo.
Digan lo que digan, la diputada Graciela Caamaño tuvo, -para con su colega Kunkel-, lo que a Felipe Solá le faltó, cuando aquél lo trataba a éste de “traidor”, “puto” y “culo roto”, públicamente, durante el debate por “la 125”.
Es que, -como decía Borges-, “los peronistas no son ni buenos ni malos; son incorregibles”.
Es que, como escribió Alfredo Leuco; “Tratándose de Kunkel…”
O, como dijo Mauricio Macri: “Tampoco lo nockeó a Kunkel”.
Es que, también, -como decían Carlos Perciavale y Antonio Gasalla, hace ya muchísimos años-, “se les nota el barrio”.
Y, una cosa es el suburbano San Martín de Graciela Caamaño de Barrionuevo; y otra el Palermo de Solá, donde ya no queda ningún atisbo de “taitas” y “cuchilleros”, como los que supo describir Borges.
¿Qué habrá pensado Luis D´Elía, a todo esto?
Tanto que se habló y se escribió, en su momento, por aquel “castañazo” televisado en directo, para redoble de “las cacerolas de teflón”.
Lo cierto es que la antigua “Escribanía del Poder Ejecutivo” se ha convertido en un conventillo.
Dicho ésto con todo el respeto que se merecen esas “viviendas colectivas”, donde “amasijaban a un punto pa´ amenizar la velada”, y donde todos hemos tenido algún abuelo, por lo menos.
A menos que nos creamos primos de Máxima Zorregieta.
Porque quien, la semana pasada, “tiró la piedra”; esta semana, “escondió la mano”, y toda la voluminosidad corporal que le sigue a esa extremidad.
Porque lo que, en el pasado, fue “un acto de grandeza política” (la “Gran Jaroslavsky”, según la doctora Carrió), hoy, se denigra, gratuitamente, como sinónimo de “miserabilidad moral”.
Como si las cosas se valorizaran por quién las dice; y no por lo que fueron o lo que significaron.
Hace ya algunos años, durante un reportaje radial, hablando de Bartolomé Mitre, Pacho O´Donnell le dijo al autor de estas líneas: “Quien escribe la historia tiene una ventaja; y hasta puede cambiar el resultado de una batalla”.
Porque lo que, la semana pasada, fueron “presiones” o “aprietes”; esta semana, se convirtieron en “mangazos” de “la presionada”, hacia “la apretadora”
Cualquiera lo sabe; milite en el espacio ideológico que lo haga.
Quejarse de “las presiones”, en la política, es como si Messi cayera en el ridículo de protestar porque sus rivales hacen todo lo posible para que él no haga goles.
Mientras, con tal de “salir en la foto”, lo que se tenía que debatir, no se hizo.
Es una mala imagen para el país; claro.
Pero habla más que las cientos de miles de palabras que se publicaron.
Incluidas éstas.
Si no; ¿de qué vamos a vivir?

Buenos Aires, 19 de noviembre de 2010

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