viernes, 1 de mayo de 2009

"TANTO VA EL CÁNTARO A LA FUENTE"

“Gabinetes espaciales
Donde la gente va
Circos de polietileno para ver el sol
Y algunos saben porque lloran
Y algunos quieren ver la aurora

Luis Alberto Spinetta; “Gabinetes espaciales”


“Y piensen bonito.. Porque si piensan bonito; sucede bonito..”

Milagros López



Al fin de cuentas, siempre se puede estar peor; y hay que tener cuidado con lo que se desea, porque nos puede ser concedido. Así es la vida de injusta y de turra. No nosotros, que nos ganamos o perdemos la vida, regodeándonos con cada posible catástrofe.
Algo así deben estar pensando los editores de los medios de comunicación que consumimos o “nos consumen”, mientras mandan a sus esposas a comprar todos los barbijos, antibióticos y bidones de lavandina que encuentren, y prohíben a sus hijos e hijas besar, abrazar y hasta agarrarse a trompadas, como haría cualquier cristiano ante un estímulo que lo justificara.
Tanto énfasis puesto en denunciar que las retenciones móviles a las exportaciones agropecuarias asfixiarían a los productores; que el humo por la quema de pastizales nos haría la vida insoportable; que la baja en la recaudación y los fondos de las ex AFJP, para que al mundo entero le pase esto del peligro de una pandemia, como si hubiera 6.700.000.000 de argentinos.
Tanto gastar papel, aire y bytes describiendo acerca de “la necesidad de la Kaja”, “la Konfiscación”, la valija de Antonnini Wilson, las piñas de D´Elía, las compadradas de Moreno, los números del INDEK, la bienvenida de las consecuencias de la crisis financiera internacional y las carteras “Louis Vuitton”, para que al resto del mundo(como si los argentinos no fuéramos parte de “él”) le importe “tres belines” el adelanto de las elecciones, las candidaturas testimoniales, o el precio del tomate y el morrón, de hace dos años.
Así de injusto es el mundo, Santo, María Laura. Ya se olvidaron de la nevada en Buenos Aires, de la sequía en la Pampa Húmeda, de la recuperación de Charly García o el trasplante de Sandro.
Al fin de cuentas, la semana pasada, pensábamos que lo único importante era la seguridad y la imputabilidad de los menores, que ya no se podía salir a la calle y que los derechos humanos eran para los delincuentes.
Tanta certeza teníamos en ésto que hasta a Lilita Carrió se le escapó la profecía de lo de “la gripe porcina”, y no vale, -en estas circunstancias-, hacer chistes acerca del sobrepeso de nuestra “Nosferatu vernácula”; como, tampoco, decir que si en junio, “gana Clarín”, “el país va a volver al 2001” o “se va a convertir en una bolsa de gatos”.
Después de todo, en el 2001, no teníamos un mango; pero, tampoco, teníamos una gripe porcina, y los gatos fueron noticia allá, por 1997, en Rosario, cuando Menem era Presidente.
Por eso, ante este desastre en el que no le podemos echar la culpa a Moyano, ni a D´Elía, ni a este o al gobierno que sea; no nos queda más remedio que buscar “la argentinidad al palo” dentro de la tragedia mundial. Es decir; el argentino que nos representará, en el Apocalipsis tan anunciado, o en el “Arca de Noe”; tal como nos merecemos, como genuinos exponentes de la reserva moral de occidente.
Por eso, primero, tenemos que encontrar un argentino afectado de la gripe porcina en México, en el centro del huracán; y si se muere, mejor. Con el dolor de la parentela, tenemos un titular, que es lo que le importa a los defensores de la “Libertad de prensa”.
Segundo; tenemos que detectar posibles casos en nuestra Patria, para poder hacer hincapié en eso de que “acá dejamos entrar a cualquiera”.
Tercero; es preciso confirmar un caso y tener al país en vilo con móviles en la puerta del hospital, transmitiendo en directo la agonía del pobre cristiano. Y cuarto; desearle la muerte; no su recuperación; así nos autoafirmamos y no nos sentimos tan “fuera del mundo”, como estamos hoy.
Mientras tanto, todos nos portaremos bien. Ningún adolescente agredirá a una profesora, ni a sus compañeros de clase. Ningún menor de dieciséis años “saldrá de caño” por el Conurbano, nadie pedirá la pena de muerte, y ningún productor agropecuario se verá afectado por “las retenciones móviles”, ni sentirá la necesidad de reclamar compensaciones por las pérdidas ocasionadas por la sequía. Tampoco, nadie hablará del “caos del tránsito” por culpa de una manifestación cualquiera; y ni CQC se preocupará si los medicamentos cuestan en la Argentina seis veces más que en España o no; y el dengue no le importará a nadie más que a la esposa del Gobernador del Chaco.
Es que tanto énfasis puesto en anunciar catástrofes y en exacerbar la crispación, nos ha hecho olvidar que un virus cualquiera se puede despertar de golpe, y puede venir “a por nosotros”, sin distinguir ni credos ni razas; sin discriminar entre “nacidos y criados” o inmigrantes; entre “piqueteros” o “productores rurales”; entre “vecinos indignados” o simples delincuentes; entre operadas con botox o desdentadas del Conurbano; entre oficialistas u opositores; entre caceroleras o patoteros; entre porteños o provincianos; entre floggers, emos o cumbios; entre “manos duras” o “garantistas”; entre “samporlias”, “chichipíos” y “pastenacas” o “vivarachos”; estatales o privados; entre partidarios del debate y “beneficiarios” del “status Quo”.
Y aunque nadie lo crea, será una noticia tan buena, que ni al mismo Orson Welles se le hubiera ocurrido; mientras uno tendría que pensar “¿en qué estuvimos pensando?”.
Siempre y cuando uno piense; y no le digan lo que tiene que pensar.

Buenos Aires, 30 de abril de 2009

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