viernes, 6 de marzo de 2009

“LOS UNOS Y LOS OTROS”(3ra parte)

“Con la cantina y con la cantora,
Con la televisión gastadora,
Con esa chica bien decorada,
Con esa vieja toda quemada.
Gente revista,
Gente careta,
La grasa inunda cual fugazzeta”.

Charly garcía, “La grasa de las capitales”


“Deben ser los gorilas, deben ser..”

Fragmento de la obra “Tarzán”, puesta en el aire en Radio “El Mundo”, por el grupo “Los cinco grandes del buen humor”, en 1955.



Desde la invención de la imprenta, por parte de los chinos, la difusión de la información adquirió un alo de santidad indiscutible, a menos que progresos técnicos o científicos posteriores, convirtieran a dicho relato en un simple cuento para niños. El que podía imprimir, poseía una información, un saber y un poder. Así, las religiones europeas crearon la Educación y, probablemente, los chinos hayan sido los inventores de las “Tecnologías de Información y Comunicación”, hoy, académicamente, llamadas “TICs”.
Ya en la modernidad, hace dos siglos, apenas, surgieron por estos lares los primeros periódicos, creados por hombres influenciados en los ideales de la revolución francesa. Ponían en discusión los preceptos morales y cognitivos del catolicismo y se proponían difundir sus discrepancias con el orden imperante, dirigiéndose a una población mayoritariamente analfabeta.
Nuevamente, unas minorías ilustrada poseían un saber y disputaban un poder.
Tuvo que pasar casi un siglo, para que la difusión de la información tuviera su primer complemento: la radio. Pocas décadas después, llegó la televisión, que amenazaba con hacer desaparecer los inventos anteriores, entre ellos; el cine.
Poco menos de media centuria antes, Graham Bell había inventado el teléfono.
A mediados del siglo pasado, “las TICs” se distribuían de la siguiente manera: la comunicación, a través del teléfono; la información, a través de los diarios, la radio y la televisión; y el entretenimiento, a través de la radio, la televisión y el cine. Sin querer o buscándolo, premeditadamente, cada una se convertía en dueña de una parte de nuestras necesidades(de comunicación, de información y de entretenimiento) y, por lo tanto; en un saber y en un poder.
¿Acaso, hoy, no está en discusión la veracidad de la llegada del hombre a la luna?
Desde entonces hasta ahora, inmensas pequeñas revoluciones irían modificando nuestras necesidades y nuestras formas de relación con nuestros entornos y el resto del mundo: las transmisiones en directo, la televisión a color, el fax, la televisión por cable, las computadoras personales, los videos clubes, y, finalmente, internet y la telefonía celular.
Hace menos de quince años atrás, en Argentina, una empresa nos proveía del servicio de telefonía fija; otra el de televisión por cable; otra el de telefonía celular, y otra el de internet. Cuatro empresas para cuatro servicios.
Hoy, la empresa editora de un diario puede ofrecernos los servicios de internet y televisión por cable, además de sus influencias en la industria editorial y del entretenimiento en general. Hoy, una empresa concesionaria de la telefonía fija nos puede ofrecer, además, los servicios de telefonía celular y de internet, sus alianzas con empresas editoriales y del entretenimiento. Una empresa para cuatro o cinco servicios.
Es decir; hoy, unas pocas empresas se están disputando nuestro acceso a la comunicación, a la información y al entretenimiento. Pero, en estas cuestiones, “el aire no es gratis”, como tampoco lo es el papel de los diarios y revistas que leemos. De ahí que un medio(ni hablar de un multimedio) necesita de anunciantes; y cuanto más grande es el medio; mas importantes tendrán que ser los anunciantes y sus aportes.
Y como “por la plata baila el mono”, y “con la ropa no se juega”´, nadie difundirá información acerca de las bondades de un producto, cuya empresa no sea un real o potencial auspiciante; como, tampoco, nadie hablaría mal de un producto de un auspiciante.
Valga como ejemplo, la vez en que se detectaron casos de Esterichia Coli en productos de la más conocida cadena de comida rápida, y el periodista Daniel Haddad comió una de esas hamburguesas al aire. La empresa de “los arcos dorados” era uno de sus anunciantes. Seis meses después, en el mismo programa, se difundía una investigación sobre los intoxicados con dicha bacteria y se denunciaba a la misma empresa que antes se defendía. La cadena de comida rápida había dejado de anunciar en ese programa.
Como se verá, hay mucho dinero, saber y poder en el juego de nuestra comunicación, nuestro entretenimiento y nuestra información. Con prestar atención a la tanda de cualquier programa de radio, cualquier alfabetizado se dará cuenta “por la plata de quién baila ese mono”.
Luego, cada cual decidirá si creer en Papá Noel, o aceptar que éste fue un invento de la Coca-Cola.
¿Periodismo independiente? ¡Es el negocio; estúpido!
Continuará…

Buenos Aires, 4 de marzo de 2009

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