martes, 5 de abril de 2011

"LA DEMOCRACIA PAVOTA"

“Nunca sería socio de un club donde aceptaran a un tipo como yo”

Groucho Marx, “Groucho y yo, memorias”, Ediciones Tusquets, Madrid, 1990









El Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires se tomó su tiempo para tomar la decisión de cuándo sería la fecha para elegir a su sucesor, y demás cargos previstos en la Constitución de la Ciudad.
A estas alturas, es un chiste tonto asociar la fecha elegida con el inicio de las vacaciones de invierno. Sabido es que el hombre se toma vacaciones en la “temporada baja” del calendario turístico de ambos hemisferios del planeta.
Claro que el Ingeniero Mauricio Macri no se tomó el trabajo de disipar otros misterios que alimentan otras decisiones que lo incumben, como si se presentará como candidato a Presidente, o a la reelección como Jefe de Gobierno, o a ambas alternativas, en su debido momento.
También integran el menú de las decisiones demoradas la designación de su candidato a sucederlo; si Gabriela Michetti u Horacio Rodríguez Larreta; o si el diputado Federico Pinedo o el rabino Sergio Bergman, serán su acompañante de fórmula, en un caso o en el otro, o no.
Es de suponer que su espacio político sabrá resolver estos “intríngulis”, como decía “Hijitus”; y allá ellos.
Lo curioso fue la justificación dada acerca de la decisión tomada: “es el peor momento de la Democracia, desde 1983 hasta la fecha”, dijo, muy suelto de cuerpo.
Resulta paradójico que quien fue electo Diputado, en 2005, como Jefe de Gobierno de la Ciudad, en 2007, y que aspira a ser Presidente de la Nación en 2011 (¿o en 2015?) se acepte integrante activo del “peor momento de la Democracia”.
“A confesión de partes, relevo de pruebas”, saben decir los leguleyos.
De ahí que, esta nota, merezca como epígrafe la famosa paradoja de Groucho Marx.
Pero, lo más grave de todo es la “banalización” con la que, últimamente, diversos personajes “famosos” y/o “populares” tratan temas que deberían ser abordados con un mínimo de respeto, para no exigirles algún rigor histórico elemental.
Desde 1983 a la fecha, la Democracia argentina ha pasado y ha sabido superar diversos “sacudones”.
A saber:
• El intento de sublevación militar de Semana Santa, en abril de 1987;
• El intento de sublevación militar de Monte Caseros, en enero de 1988;
• El intento de sublevación militar de Villa Martelli, en diciembre de 1988;
• El intento de toma del Regimiento de Infantería de La Tablada, por parte del Movimiento “Todos por la Patria”, en enero de 1989;
• Los saqueos y el proceso “hiperinflacionario” de mayo y junio de 1989;
• La entrega anticipada del poder a Carlos Menem, por parte de Raúl Alfonsín, en julio de 1989;
• El intento de sublevación militar de Seineldín, en diciembre de 1990;
• La voladura de la Embajada de Israel, en marzo de 1992;
• La voladura de la AMIA, en julio de 1994;
• El asesinato del reportero gráfico José Luis Cabezas, en enero de 1997;
• La renuncia del Vicepresidente Carlos “Chacho” Álvarez, en septiembre de 2000.
• Los hechos del 19 y 20 de diciembre de 2001;
• Los asesinatos de Maximiliano Kostecki y Darío Santillán, en el Puente Pueyrredón, en junio de 2002.
Podrían agregarse otros, como “la tragedia de República Cromagnón”, o la desaparición del testigo Julio Jorge López.
Lo que no puede decirse, -por más que se insista o se sobreactúe-, es que hoy estemos viviendo una situación similar o parecida a las antedichas.
Hacerlo significa “banalizar” la tensión y la preocupación sufridas durante los momentos mencionados; como así también hacerlo con el dolor y los esfuerzos realizados por superarlos.
Y “banalizar” no quiere decir otra cosa que “tomar para la pavada” algo importante.
Si un representante dos veces electo, que aspira a una tercera elección, afirma que “éste es el peor momento de la Democracia argentina, desde 1983”, nos está “tomando para la pavada”, por no decir “para el churrete”, como se decía antes.
Como lo paradógico de alguien muy popular que dice “Esto es una dictadura", en un canal de televisión por aire.
Afortunadamente, después de veintisiete años de Democracia, es de suponer que la gran mayoría de los argentinos “no tenemos problemas en ser socios de un club que acepte a un tipo como Mauricio Macri”.
Y no estamos hablando de Boca Juniors.

Buenos Aires, 4 de abril de 2011

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