"SOBRE RULEROS Y FERIAS"

“El otro día me quisieron matar
Ametralladoras
¡Rata-tatá!
Yo solo quiero
Escapar
De toda esta locura
Intelectual..”

Pappo; “¿A dónde está la libertad?”


La Presidenta sorprendió diciendo “No se hagan el rulo”; pero nadie le hizo caso.
¿Será que no le habrán entendido?
“No te hagas el rulo” es una frase antecesora de la más ochentista “no te peines que no vas a salir en la foto”.
También es más completa, en cuanto a su significado. Es más abarcativa.
Como el “tirarse a la pileta”, sin saber si hay agua.
Es de la época del “squenún” que describía Roberto Arlt, o del “mequetrefe”, o del “sampatosta”, de Carlos De La Púa.
Será por eso, entonces, que al día siguiente del discurso de la Presidenta, en la inauguración del período legislativo 2011, nos cansamos de leer y de escuchar que “Habló como una candidata”.
Como si eso tuviera algo de malo.
Y dale con Pernía.
A pesar que repitió, como tres veces, que “no se hagan el rulo”.
Apenas le hizo caso la diputada Diana Conti, que siguió luciendo su cabello “panchado”, y “decolorando” su deseo de “Cristina eterna”.
Menos mal que la ruptura de la ¿relación? entre Luciana Salazar y Martín Pérez (Redrado, por parte de madre) no incluyó esa frase.
Igual que la discusión sobre la titularidad de Juan Román Riquelme en Boca.
Por suerte, los participantes de “Gran Hermano” y “Soñando por bailar” no se enteran de lo que ocurre fuera de sus respectivos conventos de clausura.
Sino la repetirían hasta el hartazgo, y nadie sabría quién es de Munro y quién de San Martín.
Así como, hasta hace poco, el que no repetía el “culiau” de “La mole” Molly era “un holandés”.
Como “Balderrama” (el de la zamba); ¿dónde habrán ido a parar esas confidenciales “charlas de quincho”, en las que se aseguraba que “el candidato va a ser Scioli”, que los pedidos de Florencia y “la mar en coche”?
El que sí “se hizo el rulo” fue Vargas Llosa, que avisó que vendría a la Feria del Libro de un país que tiene una Democracia; que él define como “ese sistema sui géneris en el que, en cada elección, resultan disputando y repartiéndose el poder unas cuantas facciones peronistas ante la lastimosa impotencia de una pigmea oposición“; como publicó en el diario “El País”, de Madrid, el 22 de febrero de 2009.
¿Con quién se la agarraba el futuro Premio Nobel? ¿Con “unas cuantas facciones peronistas” o con “la lastimosa impotencia de una pigmea oposición”?
¿Quién debería habérsele “parado de manos”, entonces?
¿Son parte de “facciones peronistas” Horacio González, José Pablo Feinmann, o Mempo Giardinelli?
¿Integran Marcos Aguinis, Abel Parentini Posse o Santiago Kovadloff “la lastimosa impotencia de una pigmea oposición”?
Acá sí que nadie quiere “hacerse el rulo”.
Lo cierto es que Vargas Llosa tiene bien ganado el Nobel por su obra, tanto de ficción como ensayística.
Pero no lo invita por eso la “Fundación El Libro”.
Ya que estamos hablando en términos antiguos; sería de “chichipío”, o de “pastenaca”, “comerse ese caramelito”.
Ha habido otros Premios Nobel de Literatura para invitar a ferias anteriores, y no se lo ha hecho.
José Saramago, sin ir más lejos, “comunista visceral”, como se definió, que ha sido permanente jurado del Premio Clarín de Novela, desde que fue condecorado en Suecia, en 1998.
Para no hablar de Gabriel García Márquez, Premio Nobel de Literatura, en 1982.
Lo cierto es que a Vargas Llosa, lo invitan porque es un Premio Nobel; pero más lo invitan, -justo en un año electoral-, para “provocar”.
Y con las provocaciones; uno puede “hacerse el fesa”, o “recoger el guante”.
Y eso fue lo que hizo un grupo de intelectuales.
No pidieron “prohibir”, “censurar” o “vetar” a Vargas Llosa. Simplemente; “recogieron el guante”, y mostraron su descontento.
“¿O esto es una dictadura?”, diría la señora Legrand de Tinayre.
Desde la vereda de enfrente, se argumentó que con ese criterio Borges nunca habría podido inaugurar la Feria del Libro; y, hasta se hizo hincapié en que el Estado le pagaba el sueldo a Horacio González, Director de la Biblioteca Nacional.
Conviene aclarar (para que no oscurezca) que Borges jamás inauguró una Feria del Libro, ni tampoco recibió el Premio Nobel.
También; que Jorge Luis Borges ocupó, entre 1955 y 1973 (nada menos), el mismo cargo que hoy ocupa Horacio González. Es decir; el de Director de la Biblioteca Nacional.
Por lo tanto; ¿tendríamos que decir que, durante dieciocho años, Borges vivió de “la teta del Estado”, como se dice de González?
En fin; contrariando al profesor que le enseñaba modales al “Toto Paniagua”, habrá que “dar por el pito lo que el pito vale”.
Debatir y discutir con el autor de “La ciudad y los perros”, como París; “bien valen una misa”.
Tendrá que venir Vargas Llosa, “con el rulo hecho”.
Quizás haga un discurso escéptico sobre literatura, sin siquiera rozar la política.
O vendrá, “cacheteando” con su Premio Nobel, para hablar de política y de economía, y nada de literatura.
Entonces, como dijo Abelardo Castillo a “La Nación”; “habrá que contestarle”.
Y tendrá que “aguantarse el calor con ropa de lana”, como uno se la aguanta cuando él nos califica, gratuitamente, y tan suelto de cuerpo, de “policastros e ignorantes”.
Porque, al final de cuentas; la libertad de Vargas Llosa termina donde comienza la de Horacio González, José Pablo Feinmann, Juan Martini y todos aquellos que se quejaron (no que pidieron su “censura” o “veto”, como se dijo por ahí) por la invitación de la Fundación El Libro.
Que es lo mismo que decir que la libertad de Mirta Legrand para decir lo que quiera termina donde empieza la libertad de Federico Luppi, y viceversa.
Eso nos enseñaban, en los primeros años de la Democracia, los que no se cansaban de repetir que “no había que confundir libertad con libertinaje”.
Por miedo a que aquí, en “el Coño Sur”, copiáramos “el modelo” de la “transición española”.
“Modelo” o “período” donde nació el diario “El País”.
El mismo que se escandaliza si alguien está en desacuerdo con Vargas Llosa.
Y al que le quepa el sayo; que se haga el rulo.

Buenos Aires, 4 de marzo de 2011