jueves, 8 de julio de 2010

"MARADONA-DEPENDIENTES"


“Te amo, te odio, dame más”

Charly García, “Peperina”


“Estás enferma de frustración
y en tu locura no hay acuerdo
una hiena al reír
pero al almuerzo con los cerdos.
Si las estrellas de cabaret
se ríen de tus movimientos
no es preciso mentir
lo negro que hay en tus pensamientos.
No llores por mí, Argentina,
te quiero cada día más”.

Charly García, “No llores por mí, Argentina”


Ahora, resulta que “el 4-4-2” era el sistema con el que “cuarenta millones de directores técnicos” les habrían explicado, “a los mocosos roperos alemanes”, “cuántos pares son tres medias”.
Eso sí; nadie es capaz de aventurase a “tirar un resultado” distinto del que fue.
Ni siquiera Sanfillippo se anima a apostar diez pesos a un número cualquiera.
Así, una nueva ucronía se suma a “¿qué hubiera pasado con la dictadura militar, si el tiro de Rensenbrick, en el minuto noventa de la final del 78, no hubiera pegado en el palo?”.
Y a ¿qué hubiese sido de todos nosotros, si en el 86, el árbitro hubiera sancionado “La mano de Dios”?
A lo que podríamos agregar ¿cuántas cosas podríamos haber hecho si no se nos hubiese ocurrido renovar el plazo fijo, a fines del 2001?
Todo sea por analizar el partido “con el diario del lunes bajo el brazo”.
Ahora, “la bruja” Verón (padre) se pregunta “¿para qué Diego convocó a Juan Sebastián?”
Se lo pregunta como si fuera el padre de un pibe que juega en “infantiles” de Talleres de Remedios de Escalada, y no como el de un profesional de “35 pirulos”, que se pasó diez años jugando en los principales equipos de Europa.
Claro que, en función del rendimiento de “la brujita” Verón (hijo) y de los resultados obtenidos, “cualquier hijo de vecino” podría preguntarse “¿para qué lo convocaron Passarella, en el 98, y Bielsa, en 2002?”
Antes, en cualquier barrio, a comentarios como los de “la bruja” Verón (padre), se les decía “morder la mano que te da de comer”.
¿Hubiera sido “la brujita” Verón (hijo) la cara de la campaña publicitaria del Banco Santander, si Maradona no lo hubiera convocado?
¿O lo habrá convocado por ser “la cara de la campaña publicitaria del Banco Santander”?
Si “por la plata baila el mono…”
“¡Deben ser los gorilas, deben ser..!”, decían, en los años cincuenta, “Los cinco grandes del buen humor”, en el radioteatro “Tarzán de la selva”.
Pero, como la palabra “soberbia” está de moda; ahora, se acusa a Maradona de soberbio, por no haber cambiado el “4-3-1-2” que tantos elogios le hizo cosechar en los cuatro partidos anteriores.
Recordemos los comentarios de Pagani, de Alejandro Fabbri, de Walter Nelson, y “la cábala” de Niembro y Vignolo, antes de cada partido; y leámoslos y escuchémoslos hoy, después del 0-4 frente a Alemania.
Al revés del dicho; la culpa parece tenerla “el chancho”, y no “quién le da de comer”.
Del mismo modo, el reconocido científico Mario Bunge llenó una página del diario “La Nación”, explicando la diferencia profesional entre “un jugador” y “un director técnico”, comparándolas con las de un instrumentista y un director de orquesta.
“¡Chocolate por la noticia!”, doctor Bunge.
¿Hacía falta su trayectoria y su obra para explicar lo que cualquier chico que “lo único que sabe es patear una pelota” conoce de sobra?
“¡Zapatero a tus zapatos!”, se sabía decir en una época, cuando alguien, como con el violín, cuando “tocaba de oído”, se notaba.
¿Aceptaría, usted, la opinión de un director técnico de fútbol, o de Gerardo Gandini, o de Martha Argerich, sobre cuestiones inherentes a la física?
Tampoco, se trata de “hacerle un monumento a Maradona”, ni de reconocerle o adjudicarle competencias profesionales que, hasta aquí, no tuvo ni tiene.
Pero, después de todo, Maradona no es Juan Carlos Blumberg, ni Florencia de la “V”, ni prometió una “revolución productiva” o un “salariazo”.
No hay quién no sepa quién fue y es Maradona.
Por lo tanto; cada cual, debería hacerse cargo de “sus expectativas”; como, también, de “sus frustraciones”.
Claro que, -eso sí-, “con buena leche”.
Porque, “con buena leche”, si alguien tiene ganas, a lo sumo se podría reconocerle a Maradona “la guapeza” (o “la soberbia”, según el gusto de cada uno) para aceptar, asumir y emprender desafíos.
Que pueden salir bien, más o menos, o mal; como los que aceptamos, asumimos y emprendemos cada uno de los habitantes de este planeta.
Aunque sin la exposición de Maradona.
Lo que, ahora, nadie puede decir es “yo no sabía; yo no me enteré de nada”, como ante los secuestros de la última dictadura militar.
Porque hace 34 años que hablamos y escuchamos hablar de Maradona.
Desde que “la brujita” Verón (hijo) tenía un año de vida.
A lo mejor; habrá que pensar que algo tendrá Maradona, que no tenemos los cuarenta millones de directores técnicos.
Porque, por algo, lo llamamos para que “nos saque las castañas del fuego”, en 1993-1994, y en marzo del año pasado.
Y algo debe tener Maradona de nosotros mismos, de los cuarenta millones de directores técnicos, para que siempre terminemos crucificándolo.
En una de esas, esta vez, no queríamos que la Selección Argentina saliera campeona del mundo, o le fuera un poco mejor de lo que le fue.
Posiblemente, lo que deseábamos era verlo a Maradona “en bolas”, en el Obelisco, cagándose de frío, en pleno mes de julio.
Y no hay nada peor que “un deseo frustrado”.
Porque las frustraciones generan las neurosis, según dicen los psicoanalistas.
Y, lo único que nos falta es que le pidamos a un neurótico como Diego que nos psicoanalice.
¡Justo a nosotros!
¡A cuarenta millones de neuróticos psicoanalizados!

Buenos Aires, 8 de julio de 2010

1 comentarios:

A las 8 de julio de 2010, 6:26 , Blogger Adriana Lis ha dicho...

" No es lo mismo cacarear que poner un huevo", alguien dijo...
Qué lindo es recordar siempre las letras de Charly. ¡Un abrazo, Juan!!! ( Te mandé un Minúsculas, espero que te guste... insisto e insistiré con la literatura)

 

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