viernes, 16 de julio de 2010

"HOY, TODOS SOMOS EL PULPO PAUL"


“Pobre gente,
la gente,
que, en nombre de su Dios,
mata a otra gente.
Pobre Dios
el de esa gente,
cruel,
perverso,
nunca escucha
los dolores de la gente
asesinada
por los odios
que ese Dios
desata
impune
entre su gente”.

Liliana Felipe; “Pobre gente”



Faltó poquito.
Un cachito más de “manija” y “ya estaba”.
Es que fue raro que, terminado “el mundial”, a nadie se le haya escapado decir “La Ley de Matrimonio K”.
Total; “gay” y “K” suenan igual. O, por lo menos; riman.
“Que la sigan chupando” ya pasó de moda.
Tanto se repitió “Ley de Medios K” y “Matrimonio K”, que cualquiera se podría haber mandado “el fallido”.
Sobre todo, en medio de este “clima de confrontación” que el cardenal Bergoglio pedía “poner fin”, hace poco más de un mes, en una de sus homilías, y ahora le echa nafta al fuego.
Qué cosa; ¿no?
De reclamar “el diálogo” y “el consenso”, a declarar “la guerra” para defender “el plan de Dios”.
De condenar “el clientelismo”, a movilizar a padres, docentes y chicos de los colegios católicos.
De “esconder” a los curas condenados por abuso de menores o por delitos de lesa humanidad, como los sacerdotes Grassi y Von Wernick, y Monseñor Storni, a prohibirle dar misa a un curita de Córdoba, por haber opinado.
De insistir con la prédica de “olvidar el pasado” a reflotar las ideas de “la Inquisición”.
¿Qué dirá Marcos Aguinis, autor de “La gesta del marrano” y de “La cruz invertida”, sobre todo ésto?
A propósito; ¿alguien escuchó o leyó una opinión de Aguinis sobre “el matrimonio gay”?
“Cómo han pasado los años, cómo han cambiado las cosas”, decía un bolero de Roberto Livi y Ramón De Cira.
Es que, como decía Mirtha Legrand, “estamos en una dictadura y nadie puede decir lo que piensa”.
Claro que si lo que piensa Mirtha es que todo gay es un pedófilo en potencia, estamos en el horno.
Pero, volviendo al Cardenal Bergoglio; por suerte para el planeta, “nuestro cardenal” no fue Papa.
Salió segundo, como Reutemann.
Perdió ante un alemán, como la selección de fútbol.
Y, paradójicamente, desde anoche, “la tiene adentro”.
Lo cierto es que el debate sobre el matrimonio para personas del mismo sexo, eso que tanto debería enorgullecernos como argentinos, por lo que dicen los principales diarios del mundo, se trató con la misma “lógica binaria” con la que se tratan todos los temas.
O es Boca, o es River. O es blanco, o es negro. O se es peronista, o se es antiperonista. O estás conmigo, o estás contra mí.
Igualito al conflicto con “el campo”; pero sin tanta plata de por medio.
Así como si existe una Ley de Divorcio, uno no está obligado a divorciarse; que exista una Ley de Matrimonio entre Personas del Mismo Sexo, no lo obliga a uno a casarse con “el vecinito de enfrente”; a menos que “los zapatitos le aprieten” o “las medias le den calor”.
Y ni aún así, uno está obligado.
Como “el hombre de la bolsa” de la obra de Les Luthiers; ¿“y si el vecinito de enfrente me dice que no”?
Lo bueno de todo esto es que, de ahora en adelante, podrá haber padrinos y madrinas homofóbicos de niños adoptados por contrayentes del mismo sexo.
Y todos podrán ser felices si se lo proponen, y si las cosas les salen.
Ni la heterosexualidad ni la homosexualidad son garantía de nada.
Ni en el matrimonio, ni en la paternidad/maternidad, ni en ningún otro aspecto de la vida.
Cada cual sabrá donde posarse, y sabrá lo que hacer, como adultos que decimos ser.
Y no como “el pulpo Paul”, obligado siempre a posarse en uno de los dos casilleros.
Y, para colmo, obligado a que la realidad confirme que su elección es “la verdad de la milanesa”.


Buenos Aires, 15 de julio de 2010

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